Esta medida de protección de animales nativos consiste en que todos los gatos domésticos sean castrados, lleven un microchip y sean registrados ante las autoridades locales. El Consejo busca que la especie no se perpetúe y una vez mueran los gatos domésticos actuales (de forma natural), no se puedan reemplazar por otros.
Muchos ambientalistas sostienen que los gatos, como cazadores natos que son, acaban con la vida de muchos mamíferos autóctonos y aves (donde se ve la mayor repercusión). Con esta medida mejoraría la vida de estas y, en general, el medio ambiente.
Aunque no todos los habitantes de Omaui están a favor de este mandato. Nico Jarvis, que vive con 3 gatos, ha explicado en el periódico Otago Daily Times que para ella no tener gatos en casa supone una plaga de ratas constante. "Si no puedo tener un gato, casi no es saludable para mí vivir en mi casa", explicaba.
Esta decisión se engloba dentro del plan de Nueva Zelanda de convertirse en un lugar libre de depredadores antes de 2050. Además, la introducción de nuevos animales o especies foráneas está ampliamente perseguida en las aduanas. Omaui no es el único pueblo neozelandés que ha aprobado una normativa antiplagas, también lo ha hecho Auckland, al norte de Nueva Zelanda. Esta ciudad ha impuesto que se sacrifique a cualquier gato que se encuentre en la calle y no lleve microchip.
¿Y tú, estarías a favor o en contra de esta medida?