A veces esto no es realmente así, bien porque surgen problemas en el comportamiento de los animales (lo que requerirá una evaluación etológica y una intervención adecuadas), bien porque a pesar de tener esa necesidad innata por estar conectados con lo vivo que nos rodea, una gran parte de las reacciones de cada persona ante un animal viene dada por las experiencias que hayamos tenido personalmente, o bien por lo que nos han transmitido nuestras figuras significativas. No es difícil observar a niños que tienen miedo a los animales porque su madre o su padre tiene miedo.
Hoy queremos llamar la atención sobre lo bueno que es para los niños convivir con animales. Desde que en el siglo XVIII, en York, se comenzara a ver a los animales como beneficiosos para los hombres, numerosos estudios demuestran los efectos positivos en los niños.
Así se comprueba que:
• La convivencia con animales proporciona estabilidad y cariño. Los niños buscan a sus mascotas cuando están tristes, preocupados o asustados para buscar protección y calma. Este punto es especialmente importante porque cumple los requisitos de generación de apego en los humanos.
• Mejora la estabilidad emocional: hay una activación del sistema de la oxitocina que genera bienestar.
• Tener una mascota hace que los niños cooperen más, participen más y desarrollen habilidades como la empatía o ser más responsables.
• Se reducen los niveles de estrés.
• Mejora la autoestima y el bienestar.
• Disminuye el número de afecciones psicosomáticas.
• Aumenta la actividad física.
• Disminuye los problemas conductuales en adolescentes.
• Repercute en distintas facetas como las emociones, la percepción, la cognición, la creatividad, el lenguaje, la curiosidad, la psicomotricidad.
• Se obtienen buenos resultados en terapia utilizando animales como refuerzo.
• Visibiliza acontecimientos del ciclo vital.
• Las personas que de niños han tenido contacto con una mascota encuentran menos dificultades para mantener una relación interpersonal positiva.
Como vemos son muchos los beneficios. Potenciemos la apertura innata de los niños posibilitándoles experiencias positivas con la naturaleza en general y con los animales en particular. Eduquémosles en el respeto a los animales y en su cuidado para hacer de la convivencia entre ellos, una convivencia enriquecedora y sin riesgos.
Por Carmen López Siller, psicóloga y máster en etología y bienestar animal.
Departamento de Etología del Centro Canino Educando Perros.
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