Originalmente, el Bulldog Inglés tenía un aspecto más grande y fiero, algo entre el Bóxer y el Bullmastiff: era un perro de pelea contra toros (de ahí su nombre) pero también contra leones e incluso osos. Era un animal poderoso y tenaz que no se amedrentaba ante nada.
Con el tiempo, no obstante, la cruza de crianza ha llegado al Bulldog a ser cada vez más pequeño y compacto. Ya no es un perro de pelea, sino que su temperamento ha crecido para ser manso, relajado y amistoso.
Hoy, el Bulldog es un perro de bajo nivel de energía y con poca tendencia a ladrar o excavar, es más bien perezoso, una gran compañía, y un participante asiduo en los concursos de belleza.
¿Todo esto significa que es el perro perfecto?
Bueno, a pesar de su docilidad y fiabilidad, lo cierto es que el Bulldog puede desarrollar malos comportamientos como cualquier perro, en especial si no se suplen sus necesidades básicas.
Muchos humanos olvidan cosas importantes a la hora de criar a sus Bulldog… por ejemplo, se olvidan de proveerle de un lugar donde hacer sus necesidades, y luego se sorprenden y enfadan al encontrar pis y heces por cualquier parte.
Otro ejemplo es la obediencia. Muchas personas no intentan enseñar nada a sus Bulldog: ni las normas básicas, ni trucos, ni siquiera a responder a su nombre. Pero luego se enfadan porque su perro no viene cuando lo llama, escapa de casa o se sube al sofá cuando no debe.
Como ves, ningún perro es perfecto… o mejor dicho, ningún humano lo es. Para tener el Bulldog ideal tienes que darle lo que necesita, y sobre todo, enseñarle lo que quieres de él. Este perro amigable y dócil solo quiere complacerte, así que ¿por qué no ayudarle a conseguirlo?
Marcos Mendoza
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