Por lo general, los gatos domésticos comparten territorios, pero algunas veces la introducción de un gato en el territorio del otro puede provocar una disputa entre ellos. Al meter un gato nuevo en una casa donde ya hay otro puede fomentar la agresividad territorial que puede incrementar cuando uno de los dos se marcha.
Algunos de los motivos que pueden desencadenar esta situación de malestar son: una obra en la casa, un agente externo que produzca miedo, una enfermedad o incluso la asistencia al veterinario. El tratamiento adecuado que se emplea en estos casos es la desensibilización y el contracondicionamiento, que suele resultar satisfactorio. En algunas ocasiones, es conveniente utilizar medicamentos, tanto para regular los impulsos del gato atacante, como para disminuir la ansiedad del otro gato.
¿Habéis experimentado alguna vez esta situación verdad? ¿Qué habéis hecho?
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