El collar es más conocido y suele ser la opción única especialmente para perros de cierto tamaño. Pero el collar, se coloca alrededor del cuello y se une a la correa y, salvo en casos muy puntuales, suele conllevar tensión, tirones o movimientos bruscos.
Atendiendo a la anatomía del perro, por el cuello pasan numerosas estructuras, cada cual más importante que la anterior: tráquea, esófago, arteria carótida y vena yugular que proporcionan sangre al cerebro y demás partes de la cabeza, glándula tiroides, etc…y, por supuesto, las vertebras cervicales. Es una parte del cuerpo extremadamente sensible y muy preciada, por lo que cualquier daño puede provocar unas consecuencias muy graves como: pinzamientos medulares, contracturas, problemas tiroideos, afecciones vasculares, tos crónica…
Parece algo muy lejano y poco común, pero lo cierto es que todo esto puede aparecer (y de hecho, aparece) con perros que tiran de la correa y, especialmente, cuando se usan collares de ahorque, semiahorque u otros elementos de castigo que, por cierto, en la Comunidad de Madrid están prohibidos por ley.
Además, como ya sabemos, las señales de calma son esenciales en la comunicación intraespecie. Por ejemplo, si vamos paseando y nuestro perro ve a un perro que muestra agresividad, nuestro peludo bajará la cabeza y olisqueará el suelo. Si lleva collar y tiramos, le obligamos a levantar la cabeza mandando así un mensaje pseudoagresivo y erróneo al otro perro.
Siguiendo esta línea, en los perros reactivos, el golpe de tráquea (tirar del collar provocando dolor en el cuello) hará que se desencadene la conducta agresiva o explosiva que tanto se teme. Por lo que, no, el collar no es una buena opción.
Por otro lado, tenemos los arneses. Variedad de colores, tamaños, formas, sujeciones…no vamos a entrar en eso, hablaremos en rasgos generales.
Se suele decir que los perros con arnés tiran más porque tienen ese reflejo, pero lo cierto es que tiran exactamente igual con arnés que con collar, de hecho, suelen ignorar el dolor con tal de conseguir acercarse a ese árbol o a ese perro.
En el caso de los arneses; la sujeción está en toda la caja torácica repartiendo la fuerza por las diversas cintas. No causa daño físico ni inhibe comportamientos como las señales de calma.
Debemos escoger un arnés adecuado: material suave, de una talla adecuada que no apriete sus axilas, ha de tener dos cintas (una en el pecho y otra en el lomo) anchas…
En definitiva, pensemos en nosotros mismos; en un coche, nos colocamos un cinturón que sujeta tórax y pelvis, ¿no?. ¿Tú te sentirías cómodo con un cinturón que nos colocáramos alrededor del cuello? No, ¿verdad? Piensa en esto antes.