El VIF o virus de la inmunodeficiencia felina es el conocido como SIDA de los gatos. Esta es una de las enfermedades que más daño hace a nuestros pequeños, y es que aún no existe una vacuna que pueda prevenirla. Todos los gatos son proclives de adquirir esta enfermedad, todos, incluso los domesticados aquellos que viven en nuestro hogar, el salir a la calle es exponerse al escenario más peligroso y desconocido, allí es donde tienen mayor probabilidad de contagio, en el exterior. Y es que la vía de contacto es la saliva o la sangre. El VIF daña sus defensas y genera una inmunodeficiencia que desemboca en infecciones y diversos problemas que conllevan a la muerte del gatito.
La presencia de vómitos, una tristeza constante, fiebre y nauseas encabezan la lista de los síntomas principales del VIF. Precedidos de la aparición recurrente de infecciones, problemas respiratorios, pérdida progresiva de peso y apetito, etc. En este momento nuestro gato ya no está bien y se verán los síntomas por su delgadez, inflamación de la boca, gingivitis, infecciones en la piel… y así paulatinamente hasta llegar a la última fase.
Esta enfermedad es específica en los gatos y si se detecta con tiempo y se trata, la vida de nuestro peludo puede alargarse bastante. Para ello, os recomendamos realizar análisis de sangre a vuestros gatos con frecuencia, sobre todo si pasan mucho tiempo en el exterior.
Al no existir vacuna para evitarla, toda precaución es poca. Para cuidar el bienestar de nuestro felino una de las consideraciones a tomar es ingeniar estrategias para que no pase mucho tiempo fuera de casa, en las calles a favor de que no actúe o participe en peleas y demás actividades que puedan derivar en un contagio de VIF. Si alguna vez veis un arañazo o algún síntoma de pelea, acudid al veterinario para quedaros tranquilos, y si algún día, sufre desgraciadamente esta enfermedad, que sea tratada lo antes posible.
Imagen:Facilisimo/ ratita64