¿Qué tal Alex? Bueno, hablamos luego que como bien dices han pasado bastantes días y la gente tendrá ganas de recorrer Santiago de Compostela, con #PaseArteSCQ. ¡Vamos allá!
Nuestra ruta de hoy puede parecer corta, pero en realidad podemos llegar a tardar tres horas – o incluso más – en recorrerla. Efectivamente, para esta segunda escapada con nuestros peludos hemos decidido alejarnos un poco del centro de la ciudad. Como punto de partida hemos escogido la bella y románica Colegiata de Sar, mientras que para finalizar, ascenderemos poco a poco hasta la remota Cidade da Cultura. Lo cierto es que supone un trayecto de lo más dispar: las edificaciones no tienen relación alguna, salvo la de compartir su esencia artística, siendo testimonios vivos de la huella humana en el paso del tiempo. Uno del siglo XII; otro de hace dos años, y desgraciadamente todavía sin finalizar.
Es una lástima que en ambos espacios no permitan la entrada a nuestras mascotas, pero eso no impide que nos demos un paseo a sus alrededores, disfrutando del sol, el viento, las vistas, los lugares que vamos descubriendo por el camino? La Colegiata de Sar, por ejemplo, ya ofrece una espléndida hermosura en su exterior. Lo primero que nos llama la atención, y lo que la hace tan característica, es la inclinación de los pilares de las naves laterales hacia dentro, adoptando la construcción un aspecto trapezoidal. El problema seguramente se deba a la inestabilidad del terreno. Por la zona pasa el río Sar, lo que conlleva un suelo pantanoso. Hay otra teoría que explica las inclinaciones debido el sobreesfuerzo de las dos naves laterales al sostener la nave central, puesto que son de la misma altura. La respuesta más acogida es una síntesis de ambas problemáticas. Santiago es piedra, es románico, es barroco. Pero al mismo tiempo, siempre ha tenido que hacer malabares para construirse a sí misma, sorteando desniveles, irregularidades, humedad? Cuánto más en una época tan distante y artesana como la medieval. Sin embargo el resultado no deja de ser admirable.
En Santa María la Real de Sar, salvo en el abovedamiento, la concepción estilística, tanto en lo que se refiere a la arquitectura como a la ornamentación interior, responde a los modelos utilizados por el taller de la catedral de Santiago de Compostela (no olvidemos que el inicio de su construcción se sitúa en el segundo tercio del siglo XII, en tiempos del arzobispo Gelmirez). Podemos comprobarlo, por ejemplo, en la decoración de los capiteles, así como en los modillones externos, tanto con motivos vegetales como zoomórficos. Su interés escultórico se halla igualmente en sus sepulcros. El más antiguo, adosado al muro sur del interior de la iglesia, corresponde a Bernardo II, arzobispo de Santiago entre los años 1224 y 1237. Podíamos hablar de sus cinco primitivos altares. Desaparecieron a finales del primer tercio del siglo XVIII, con la renovación del edificio, debido lógicamente al período de decadencia que vivía la comunidad de Sar, sin medios económicos y con sus instalaciones al borde de la ruina. La colaboración y ayuda de otras instituciones monásticas permitía a la comunidad de Sar encargar, en el año 1730, el nuevo retablo mayor de la iglesia al escultor y entallador santiagués Miguel de Romay. Era la época del esplendor barroco.
Quizás nos hemos detenido demasiado al pasar por Sar, pero su historia es inevitable. Han sido muchas las horas que han transcurrido por aquí. No así en la novísima Cidade da Cultura. En realidad, sí que se podrían decir muchas cosas acerca de ella, sin embargo tendría más relación con la polémica de su construcción/paralización/mantenimiento, que con su valor artístico en sí. Lo innegable es que es una auténtica tristeza para una ciudad como Santiago contar con un espacio tan ideal, como el que ofrece la Cidade da Cultura, que esté tan inaccesible y solitario. Para la mayoría, una obscena pérdida de dinero. Para otros, una mal gestionada inversión, pues estos todavía ven en ella una genialidad artística. Y lo cierto es que, arquitectónicamente, es una joyita los que alberga en su cima el Gaiás. Una joyita de las caras? pero espectacular. La disposición de los edificios se constituye siguiendo el trazo de las calles de la zona vieja compostelana, al mismo tiempo que toma la forma de una vieira. Por otro lado, los edificios en sí son fascinantes. Construcción. Deconstrucción. Inclinación. Pendiente. No hay ninguna ventana que se repita. Todo es espacio. Diafanidad y blancura. La cabeza pensante de este monstruo extraordinario es la del estadounidense Peter Eisenman. Biblioteca, auditorio, museo? esperemos que todo se complete feliz, viva y prontamente. Alex, por mi parte es todo, te cedo el testigo.
Gracias por esta genial clase de historia María, todo muy interesante. Yo prosigo con algo que mencioné al inicio, la presentación de nuestra nueva compañera. Esta no es otra que Ramona, la galleta molona. Algun@s puede que ya la conozcan, esta semana se dejó ver por mis redes sociales, pero para l@s que no haré una breve presentación.
Ramona no es una galleta como las demás, ella promueve el arte, la cultura, es defensora a ultranza de los derechos de los animales y es transmisora del virus FMV (Felicidad como Modo de Vida). Y ha decidido acompañarnos por Santiago de Compostela y otras ciudades. Daré una exclusiva, me ha dicho que el viernes y el sábado que estará presente en el Foro Unirede. Con esta primicia y una de las frases de Ramona os dejamos: "Be happy my cookies" :D