Tanto si es un gato cachorro como si se trata de un adulto, el gato necesitará unos días para adaptarse. Todos los cambios suponen un stress para el animal, que dependiendo de cada individuo, se superará con mayor o menor rapidez.
Dejemos que él mismo sea el que marque el ritmo a la hora de conocernos.
Lo ideal, es mantener al gato primero en una sola habitación con todo lo necesario (comedero, bebedero, bandeja de la arena), y según se vaya sintiendo más seguro dejarle acceder a las demás zonas de la casa.
Es importante tener mucho cuidado de que el gato no se pueda escapar, ya que al no conocer su nueva casa, ni los alrededores, es fácil que se desoriente y se pierda. Si nuestra casa tiene jardín, no debemos dejarle salir fuera hasta que por lo menos pasen 2-3 semanas. Incluso debemos vigilarle, durante sus primeras salidas al jardín, y así veremos por qué sitios logra escapar.
Paciencia y en unos días estará encantado con su nueva vida. ¡Por supuesto hay gatos que a los 5 minutos (sobre todo los más jóvenes y extrovertidos) se recorren su territorio como si fuera lo más normal del mundo!
SI YA HAY UN GATO EN CASA
Generalmente esto nos complica un poco la situación ya que ningún gato suele aceptar de primeras a un congénere, por muy pequeño o gracioso que sea. Mucha gente se lleva un gran disgusto cuando trae a casa a “un nuevo amiguito” para su gato y es recibido con escandalosos bufidos, gruñidos e insultos varios.
El que más sufre con todo este asunto es sin duda el gato que ya habitaba en la casa, ya que ve alterada totalmente su rutina diaria por un intruso. “¿Y encima tengo que compartir mi bandeja de la arena y mi comida con él? ¡¡¡Ni hablar!!!”
Generalmente los machos castrados aceptan de muy buena gana un nuevo compañero. Las gatas suelen ser algo más territoriales y a veces cuesta un poco que acepten al nuevo inquilino.
Lo mejor será que dejemos al gato nuevo en una sola habitación y poco a poco podremos alternar la estancia de uno y otro, para que sin llegar a verse, huelan y oigan la presencia del otro animal. Darles de comer a los dos cerca de la puerta que los separa y jugar también cerca de esa barrera, ayudará a que cada uno de ellos relacione al otro gato siempre con cosas buenas y por tanto, se acepten con mayor rapidez.
De nuevo habrá que tener paciencia y prestarle mucha atención a nuestro inquilino más antiguo. Hay gatos que se toleran casi sin problemas en unos días, y otros que realmente se enfadan por bastante tiempo. Como mínimo tendremos que contar con 15 días. Las peleas realmente serias, casi siempre, van acompañadas de muchísimo ruido por parte de, por lo menos, uno de los dos gatos. Mientras no haya más que bufidos y no grandes peleas, la situación irá mejorando día a día.
En general, aunque no lleguen a ser íntimos amigos, la convivencia entre dos gatos será bastante pacífica.
SI HAY UN PERRO EN CASA
Nosotros somos los que mejor conocemos las reacciones de nuestro perro y cómo está de desarrollado su instinto cazador. Un gato nunca le ocasionará graves heridas a un perro, mientras que al contrario el desenlace suele ser mortal.
Los gatos no ven a los perros como rivales en su territorio y mientras no les tengan miedo, la adaptación puede ser incluso más sencilla que con un gato nuevo.
Siempre debemos tener sujeto al perro con una correa, ya que así podremos reaccionar a tiempo. El gato debe de estar libre en la habitación, para poder huir o esconderse. Si sujetamos al gato, nos exponemos a recibir algún arañazo o incluso mordisco si se asusta y ve que no puede huir para refugiarse.
Si nuestro perro muestra un peligroso interés por el gato y no sabemos controlarlo, tendremos que pensar seriamente en no tener gato.
Prácticamente cualquier perro debería poder aprender a respetar al gato y dejarle tranquilo. Los gatos adultos podrán hacerse respetar con un apropiado arañazo a tiempo y siempre que el perro no suponga un peligro, debemos dejarles que se entiendan entre ellos.
SI LLEGA UN BEBÉ A CASA
Pocos animales ignoraran tanto la presencia de un bebé como un gato. Mientras su rutina diaria siga el ritmo habitual, a él le dará lo mismo.
Los “problemas” pueden surgir cuando con la llegada del bebé, cambiamos radicalmente la vida del gato. Es evidente que nuestra propia existencia se verá bastante alterada así que, ¿cómo podemos intentar que esto afecte lo menos posible a nuestro gato?
Hay que pensar con anterioridad los cambios que vamos a realizar. Por ejemplo, si se va a restringir el acceso a una habitación determinada, habrá que hacerlo desde meses antes de que llegue el bebé. Esto no es estrictamente necesario, pero sí tenemos que pensar, que a todos los gatos les gusta curiosear, encontrar un sitio calentito y agradable donde poder dormir, y podrían, sin ninguna mala intención, acostarse en la cuna, por lo que tendremos que tener cuidado los primeros meses.
Otra cosa que suele suceder es, que se asusten mucho con los llantos de un niño. Si tenemos un gato asustadizo, será mejor acostumbrarlo poco a poco, poniendo por ejemplo, una cinta con sonidos de llanto antes de la llegada del bebé real.
Un gato es perfectamente compatible como compañero de juegos de un niño. Sin embargo, es fundamental hacerle comprender al niño, que el gato NO ES UN JUGUETE y que tendrá que respetar si el gato a veces quiere que le dejen tranquilo.
Muchas veces es más recomendable adoptar un gato que tenga ya cierta edad, para que sea más robusto a la hora de jugar y conozcamos mejor el carácter del animal
Fuente: funcatweb
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