Charles Bailey, de Nueva Escocia, sufrió un accidente un día de mucho frío. Golpeó un poste de la luz, y el coche dio tumbos hasta estrellarse en el bosque, fuera de la vista.
Hacía mucho frío, y Charles había perdido el conocimiento. Su vida tocaba a su fin… o así hubiera sido, de no ser por Dallas, su perro, que viajaba con él.
El hombre estuvo inconsciente toda la noche, pero solo hay una manera de que no muriera de hipotermia: Dallas estuvo ahí durante horas, dándole calor, evitando que el frío se lo terminara de llevar.
Cuando llegó la mañana, el perro dejó a su humano, que seguía inmóvil y apenas respirando, y llegó hasta la carretera. Casi fue atropellado, pero su presencia hizo que alguien lo siguiera para ponerlo a salvo (estaba herido y tenía sangre en el pelaje), y entonces, por fin, encontraron el lugar del accidente.
Lo siguiente que recuerda Charles tras perder el conocimiento es abrir los ojos en el hospital. Había sufrido congelación en un pie y tenía una fractura discal, pero había sobrevivido al accidente y a la fría noche invernal de Nueva Escocia. Y todo gracias a su fiel perro Dallas.
Marcos Mendoza
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