El recorte de alas es uno de los cuidados fundamentales de nuestro loro. Hay varias razones para realizarlo. La primera y más obvia es evitar que el loro escape en un descuido del dueño, pero hay muchas otras. En principio, en una casa no hay demasiado espacio para que un loro vuele, por lo que el corte de alas no suele suponer una gran pérdida de calidad de vida y, desde luego, evita infinidad de accidentes. Yo he visto animales que se han estrellado contra una ventana cerrada o que han caído en una sartén llena de aceite hirviendo en la cocina, que se han comido cables de lámparas...
Además de todas estas razones, cuando un loro no conoce a su dueño, el hecho de que no pueda volar nos ayuda mucho a entablar una relación con él. Es completamente diferente intentar acercarnos a un loro que no puede salir volando en cuanto se invade su distancia de seguridad. Además, él se encuentra más indefenso y normalmente está más dispuesto a dejarse querer, aceptando mucho antes el contacto con el dueño.
¿Por qué es necesario?
A la hora de decidir si queremos cortar el vuelo a nuestro loro, tenemos que saber que hagamos lo que hagamos siempre existe un cierto riesgo. Un loro que no controla el vuelo por tener las plumas cortadas, también puede sufrir algunos accidentes, aunque son menos graves. Existen varias maneras de cortar las alas, dependiendo del efecto estético, así como del grado de eficacia que pretendamos conseguir. Antes, solíamos recomendar recortar solamente una de las alas, pero la experiencia nos ha enseñado que el hecho de que el loro estuviera desequilibrado era con frecuencia motivo de accidentes.
Concretamente, veíamos bastantes loros que se dañaban la piel que cubre la quilla (el esternón de las aves), siendo una herida muy dolorosa y difícil de curar, ya que es muy accesible al pico. Por otro lado, vemos que las psitácidas que tienen tendencia a darse este golpe suelen hacerlo con frecuencia, por lo que la herida se reabre constantemente. Esta lesión no la hemos observado en loros que tengan las dos alas cortadas por igual y que estén equilibrados.
El corte estético
En este tipo de corte, lo que hacemos es respetar las tres primeras rémiges del ave y cortamos el resto hasta la décima. De este modo, cuando el ala está plegada parece que no falta nada, ya que estas tres plumas son las que más sobresalen. Además, las rémiges cortadas quedan cubiertas por las secundarias y el efecto estético es muy bueno.
Este tipo de corte sólo se puede hacer en especies que tienen alas cortas, anchas y redondeadas como, por ejemplo, las cacatúas (excepto la Ninfa y la Galah o Cacatúa Rosa). En ejemplares de alas largas y estrechas, las tres plumas que dejamos en el extremo del ala suponen un porcentaje enorme de la superficie alar, por lo que este tipo de aves vuelan como si no se hubiera hecho nada, lo que ha dado lugar a innumerables fugas ante la confianza del dueño.
Si se opta por este tipo de corte, hay que tener especial cuidado y probar bien la capacidad de vuelo antes de sacarlo al exterior. En cualquier caso, habrá que evitar dejarlo suelto en espacios donde haya mucho desnivel (terrazas, montañas con mucha pendiente, etc.) y en días con mucho viento, ya que ambas cosas ayudarán al pájaro a coger altura y podemos perderlo con facilidad.
El corte completo
En este tipo de operación, empezamos a cortar las rémiges primarias desde el extremo del ala y paramos dejando enteras sólo las dos últimas primarias. Si optamos por este corte, debemos hacerlo en las dos alas, ya que haciéndolo sólo en una el loro estaría expuesto a darse golpes peligrosos porque quedaría completamente desequilibrado.
Este es el tipo de corte que se debe elegir para la mayoría de las especies y, especialmente, para todas las que tengan alas largas y estrechas como Ninfas, Cacatúas Rosas, Aratingas, etc. Esta opción tiene la ventaja de que el loro queda completamente equilibrado, por lo que aunque pierde prácticamente su capacidad de vuelo puede controlar perfectamente la caída. Gracias al recorte de las alas podemos adiestrar mejor a nuestra mascota para entablar una buena relación con ella y evitar los numerosos peligros dentro y fuera del hogar.