Es muy habitual observar a nuestras macotas aladas jalear sus plumas. Es una actividad habitual en aves tan inteligentes, pero el hábito de picotearlas es preocupante cuando se realiza de manera excesiva. Entonces, nos encontramos ante uno de los problemas más frecuentes, sobre todo en la familia de las psitácidas: el picaje. Se trata de una conducta que les lleva a arrancarse el plumaje y automutilarse, eliminando alguna parte de su anatomía y dejando áreas completas de su piel al desnudo.
Las aves domésticas evolucionan en un medio diferente a su hábitat natural. Así, los cambios en la presión ambiental y en los estados emocional o físico pueden provocar que se desarrolle esta conducta. Esta práctica es muy frecuente en especies en cautiverio como los loros, guacamayos, cacatúas, canarios, etc. Aunque las consecuencias son principalmente estéticas, muchas veces se pueden producir importantes lesiones o hemorragias que llevan incluso a la muerte del animal.
Edúcalo para evitarlo
En la época de reproducción y cría, un acicalamiento excesivo, una manifestación exagerada del cortejo, la preparación del nido con plumas corporales o el arrancamiento de plumas abdominales antes de la incubación pueden evolucionar hacia el picaje como comportamiento patológico.
Pero, aunque el fracaso sexual sea la causa más reconocida de esta conducta, esta hipótesis se viene abajo cuando se comprueba que los mayores síntomas se producen durante la juventud del ave, antes de que ejerza su influencia este primer factor. Lo que sí es cierto es que la madurez sexual es capaz de agravar el problema, pero no suele ser ésta la causa determinante.
También es cierto que esta enfermedad es más acusada cuando nuestra mascota no está bien educada. Así, es posible que se desarrolle en aves que se encuentran en situaciones pobremente socializadas, sin haber aprendido normas, y que dependen en exceso de tu autoridad.
Las alergias alimentarias, el polvo de la casa o las esporas de hongos también provocan esta patología, al mismo tiempo que contaminantes domésticos como el humo del tabaco y el contacto físico con la nicotina de los dedos de un propietario fumador, también causan reacciones físicas que afecten a la piel y a las plumas del animal.
Causas principales del picaje
Para determinados expertos en la materia, se trata más de un reacción que de una enfermedad, y ven este problema como una respuesta del ave a algún agente que le incomoda o le estresa. De esta manera, concluyen que hay tres causas principales para la aparición de este comportamiento.
Enfermedades y padecimientos. Entre ellas encontramos problemas dermatológicos, desórdenes en el metabolismo y parásitos externos que provocan cambios físicos en picos y patas que en algunas ocasiones derivan en el picaje del ave. Las complicaciones intestinales provocan una mala absorción de vitaminas, proteínas y ácidos grasos esenciales para el animal, que también conllevan el deterioro de las plumas. En algunos casos, se ha atribuido a una alergia alimentaría a las semillas, pero esto es más frecuente en aves solitarias. Por último, la desnutrición también provoca que el ave mutile sus plumas, sobre todo cuando ésta sigue una dieta pobre o carente en vitamina A, que reduce la absorción intestinal de nutrientes.
Causas medioambientales. En este apartado se enmarcarían aspectos como un ambiente seco, la falta de silencio y oscuridad para conciliar el sueño, el tamaño y forma de la jaula -cuando alberga a más de un ejemplar, las aves dominantes pican a las más débiles iniciándolas al picaje-, la carencia de luz, el volumen de ruido inadecuado, la falta de higiene en la comida y el agua o cualquier otro contexto que disguste al animal.
Causas conductuales. Esto es, que nuestra mascota se sienta sola, se aburra, carezca de estimulación o habilidad para afrontar cambios, estrés, o quiera llamar la atención. También puede ser debido a un corte incorrecto de sus plumas de vuelo. Así, en las psitácidas muy sociables, puede ser resultado de celos, aburrimiento o algún tipo de frustración. Además, alojarlas en jaulas pequeñas les producirá heridas que motiven el comienzo de esta reacción.
¿Qué hacer para solucionarlo?
Debemos tener en cuenta que las aves poseen, además de una inteligencia excepcional, un sentido afectivo y emocional bien desarrollado al acostumbrarse a la vida en el hogar. De ahí que desarrollen posibles dependencias hacia ti, lo que nos obliga no sólo a tenerlas bien alimentadas, sino también a mostrarles especial atención. A raíz de detectar esta enfermedad debemos cuidarlas un poco más, observarlas a menudo y mostrarles cariño. Así evitaremos que nuestra mascota recurra a esta táctica para llamar tu atención.
No obstante, siempre será difícil conocer la causa del inicio y lograr un diagnóstico claro puede llegar a ser frustrante tanto para el dueño de tan singular mascota, como para el veterinario. Por eso, es aconsejable comenzar por descartar posibles causas del problema. En primer lugar, hay que valorar la probabilidad de que fuera consecuencia de alguna enfermedad, teniendo en cuenta después las causas medioambientales y, si todavía no encontramos la respuesta acertada, pasaremos a evaluar las posibles causas psicológicas o conductuales.
Si el picaje se debe a una causa patológica, intentaremos eliminar la enfermedad causante. Pero cuando se debe a una alteración en el comportamiento se podrá frenar con una serie de medidas que señalamos a continuación:
1. Eliminar del ambiente aquello que podría ser causante del estrés que sufre el ave.
2. Colocarle en un aviario exterior.
3. Administrarle una dieta completa con alimentos variados y naturales.
4. Entretenerle con juguetes. Esto le hará desviar el comportamiento destructivo que tenía con sus plumas.
5. Distraerle con un nuevo compañero.
6. Jugar y pasar tiempo con ella para mantenerla entretenida.
Acude al veterinario
Antes de nada, debemos diferenciar claramente el picaje con la muda del ave. Mientras el primero deja fácilmente perceptibles a la vista zonas de piel descubiertas e incluso la ausencia de tres o cuatro plumas, la muda es un proceso natural necesario y nunca deja áreas sin plumaje. Por ello, cuando observes que tu mascota se está arrancando plumas, haz una visita al veterinario. Es importante acudir rápidamente a la consulta porque, lo que puede parecer una reacción aislada a simple vista, se puede convertir en un mal hábito.
Cuando los síntomas se prolongan en el tiempo, es difícil que nuestra mascota abandone esta costumbre, pero si el problema no llega hasta tal punto de gravedad y se van adoptando las medidas idóneas, es posible resolver las causas patológicas. En este sentido, es imprescindible consultar con el veterinario para que emita un diagnóstico.
Dado que las causas pueden ser múltiples, esperaremos la conclusión del especialista. No obstante, no existe un tratamiento específico, por lo que el veterinario dará una serie de pautas terapéuticas para cada caso en particular. Esto quiere decir que cada ave tendrá que someterse a una terapia especial y que se necesitará un plazo amplio para comprobar resultados, que no siempre van a ser positivos.
Podemos evitar el picaje
Te recomendamos educar a tu mascota en la realización de prácticas correctas de nutrición, manejo y necesidades sociales con otras aves, lo que le ayudará a reducir esas costumbres. La dieta debe ser rica en carotenos, elementos que encontrarás en zanahorias, mangos, nectarinas y vegetales de color verde oscuro.
En el hogar, procura no mantenerla en la cocina y evita su exposición al humo que este lugar desprende, ya que cubriría el plumaje y lo engrasaría. También es conveniente que rocíes tu mascota con agua tibia para estimular y favorecer el acicalado. Esto contribuirá a conservar la calidad y estado sanitario de las plumas.
Como las medidas terapéuticas no siempre obtendrán resultados satisfactorios, es importante tener en cuenta una serie de métodos que tú mismo podrás llevar a cabo en casa para evitar que el ave adquiera este comportamiento.