Las garrapatas son unas inquilinas realmente indeseables para nuestro perro. Su presencia en el can debe prevenirse desde el primer momento, ya que transmiten dolencias de carácter grave a través de los microorganismos que portan en su saliva, llevando a la sangre de nuestra mascota un peligro que, cuando la infestación es abundante, resulta letal.
En este sentido, la babesiosis es una de las enfermedades más características atribuida a estos conocidos arácnidos. Está producida por un protozoo trasmitido por las garrapatas del género Ixodes. Igualmente, se han dado casos de infección a través de la transfusión de sangre y placentaria, esto es, de las perras a sus camadas.
¿Cómo se transmite?
El parásito recibe el nombre de Babesia canis si bien, hasta hace poco, también se consideraba a la Babesia gibsoni un pariente próximo, pero en la actualidad se ha cambiado el nombre por el de Theileria annae gracias a varios estudios de ADN, lo que explica que los animales infectados por este parásito no respondieran al tratamiento habitual y tuvieran un pronóstico desfavorable.
La forma de transmisión más común, a través de la saliva, tiene lugar mientras la garrapata se alimenta de la sangre del animal. Sin embargo, este parásito necesita alimentarse como mínimo dos días antes de que se produzca la auténtica transmisión. Una vez localizado en el interior de los glóbulos rojos, se multiplica y origina un cuadro con los siguientes síntomas: anemia, ictericia (las mucosas presentan una coloración amarilla), fiebre, debilidad, depresión y disminución del número de plaquetas.
El diagnóstico se centra en la observación del parásito en un frotis sanguíneo (extensión de una muestra de sangre bajo el microscopio), si bien es recomendable realizar una analítica completa para valorar el grado de anemia, ya que en casos graves puede ser precisa una transfusión sanguínea.
Mejor prevenir que curar
El tratamiento consiste en una inyección de dipropionato de imidocarb junto con atropina para evitar los efectos secundarios (salivación), la cual se debe repetir a los 15 días. La mejoría es evidente en uno o dos días, debiendo valorar si existe algún otro órgano afectado por la enfermedad, fundamentalmente los riñones. Es importante comentar que la inyección del producto causa mucha irritación, lo cual es normal y desaparece en unos minutos.
Los animales pueden sufrir recaídas después del tratamiento y los perros afectados suelen pasar a ser portadores. En cualquier caso el mejor tratamiento es la prevención, para lo cual existen en el mercado productos en presentaciones diversas: collares, pipetas, sprays, etc; siendo de utilidad en el control de pulgas y garrapatas.