Los parásitos, son seres vivos que viven a costa de otro ser vivo superior (llamado por ello hospedador), habitando dentro o sobre ellos y alimentándose de partes de su organismo o de sustancias alimenticias ingeridas por éstos. A los parásitos que viven sobre el animal hospedador se les llama parásitos externos; a los que viven dentro del hospedador, se les llama parásitos internos. Los parásitos de las mascotas y humanos son potencialmente molestos y peligrosos para el animal o la persona que los alberga por varios motivos.
Por sí mismos, estos parásitos pueden ocasionar directamente lesiones sobre el organismo. Muchos son transmisores de otras enfermedades infecciosas (que albergan en su interior y que transmiten al hospedador cuando le pican o cuando penetran en él), las cuales son luego muy difíciles de identificar y pueden poner en grave riesgo la vida de las mascotas y de sus propietarios. Además, interfieren con la capacidad de inmunización de las vacunas. Es decir, una vacuna, aplicada sobre un animal previamente parasitado, es muy probable que no tenga un buen efecto sobre el animal, quedando este desprotegido frente a las enfermedades contra las que se pretendía vacunar.
Evitar cualquier riesgo
Para minimizar los riesgos que corren tanto mascotas como personas, la medida básica que se debe exigir al sector clínico veterinario y a los propietarios de mascotas (tanto perros como gatos, y también especies denominadas exóticas, como conejos, cobayas, reptiles y aves, cada vez con mayor presencia en nuestros hogares) es una correcta y adecuada desparasitación de los mismos.
Aquí se debe distinguir entre lo que es una desparasitación curativa, eliminar a los parásitos del animal una vez que éste ya los ha adquirido y que han sido detectados en una revisión rutinaria del animal, por ejemplo, durante un análisis de heces, y una desparasitación preventiva, cuyo objetivo será evitar que un animal se infeste a lo largo de su vida y/o evitar que los parásitos ya adquiridos puedan fabricar nuevos huevos y larvas contaminantes del ambiente.
Para estar bien seguros, siempre se debe tender a realizar una desparasitación preventiva (o sea, no sólo hay que desparasitar a la mascota cuando cojan los parásitos, sino que hay que evitar que los cojan). Ya que no es solamente un asunto de bienestar y salud del can, sino que además es una cuestión de salud pública.
Recurre siempre a tu veterinario
Un buen protocolo de desparasitación preventiva debe tener en cuenta el ciclo de vida del parásito que se quiere prevenir. Es decir, la pauta y los intervalos de tiempo en los que se debe administrar el fármaco antiparasitario, debe diseñarse en función del tipo de parásito que se pretende prevenir. Como nuestras mascotas pueden estar infestadas por múltiples especies de parásitos, cuando se vaya a utilizar un antiparasitario que es efectivo frente a varios tipos de parásitos diferentes, la frecuencia de administración del fármaco se debe siempre hacer en relación con los parásitos cuyo ciclo de vida es más corto.
Por tanto, es el veterinario clínico el que debe recomendar la utilización de uno u otro producto y el seguimiento una pauta concreta, ya que sólo él conoce los ciclos de vida de los parásitos que más habitualmente afectan a nuestras mascotas, las vías de transmisión y las épocas del año en las que existe un mayor riesgo de infestación (ya que muchos parásitos son estacionales, aunque hay otros muchos que no lo son).
Clases de antiparasitarios
En cuanto al tipo de producto antiparasitario que debe administrarse a un animal que queremos que no se infeste con parásitos, este debe reunir una serie de características ideales. Cuanto más amplio sea el espectro mejor, es decir, cuanto mayor número de especies de parásitos cubra, mejor (de lo contrario, habrá que administrar muchos productos diferentes para poder tener a la mascota y a la familia protegida).
El fármaco tiene que tener una gran eficacia frente a ese parásito. Cuanto más cercano a 100%, mejor (el 100% es lo máximo, significa que elimina a todos y cada uno de los parásitos que podría tener el animal). Dentro de los antihelmínticos (antiparasitarios para los gusanos intestinales) los fármacos más efectivos serán los que comiencen a actuar desde los primeros tramos del intestino, de forma que no se dejen atrás ninguno.
Pero por otro lado, debe ser una sustancia que no sea nociva para nuestro animal. En el mercado existen muchos productos comercializados para la desparasitación interna y externa de las mascotas, y muy eficaces; pero muchos de ellos, también, pueden provocar efectos secundarios más o menos graves en nuestros animales, incluso en las personas que les administran el producto. Por ejemplo, provocar vómitos o diarreas por irritación del intestino, toxicidad sobre el hígado y/o el riñón (o incluso sobre el sistema nervioso), malformaciones en los fetos (cuando se administran a las hembras embarazadas) e incluso abortos o incapacidad para procrear.
Dentro de los antihelmínticos, el fármaco será mucho más seguro para la mascota cuando menos se absorba, ya que si se evita el paso a sangre, se asegurará que todo el fármaco se elimina directamente sin dañar al animal. Un último aspecto a contemplar, (que, si bien es secundario, no debe desdeñarse a la hora de considerar la idoneidad de un fármaco antiparasitario), es la facilidad de su administración. Un fármaco en comprimidos debe ser fácil de administrar, y debe cumplir estos requisitos: tamaño no demasiado grande pero tampoco demasiado pequeño, que no tenga mal sabor, y que tenga forma alargada y se deslice fácilmente en la garganta.
Dosificación
En cuanto a la pauta de administración, la mayoría de las 'Guías de buenas prácticas' recomiendan encarecidamente la desparasitación mensual de las mascotas, sobre todo si en el hogar existe algún familiar dentro de los considerados grupos de riesgo (ya mencionados anteriormente). Esto se debe a que la mayoría de parásitos tiene un ciclo de vida cercano a un mes y que los productos parasitarios son capaces de dar cobertura durante un mes de forma continuada.
En cualquier caso, si el veterinario valorara que la situación respecto a este animal fuera de bajo riesgo, se podría plantear una pauta de desparasitación cada tres meses, es decir, cuatro veces al año, una por estación. Se ha demostrado que hacer una desparasitación de menos veces al año (una o dos veces al año), no tiene ningún efecto sobre la presencia de parásitos en las heces y en el ambiente, por lo que esta práctica está totalmente desaconsejada.
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