Con la llegada del calor, en los montes cercanos y los parques de nuestras ciudades van apareciendo distintas hierbas y malezas que germinan con la primavera y los primeros rayos de sol. Estas plantas, a menudo, despliegan conjuntos de espigas que se van desprendiendo de la planta según ésta se va secando, con el viento o con el roce del paso de animales y personas. Estas espigas en nuestros perros pueden ser un problema si no se saben tratar correctamente.
Cuando una de estas espigas va a parar a nuestro calcetín, el único problema que nos causará será la molestia de descalzarnos para poder extraer la espiga y seguir con nuestro paseo. Gracias a que caminamos erguidos, nuestras cabezas quedan muy por encima de las espigas. No ocurre lo mismo con nuestros perros, ya que por muy grande que sea la raza, siempre caminarán entre la maleza de los montes y parques con la cabeza agachada y rozando con todo lo que encuentren a su paso.
¿Cómo saber que tiene una espiga?
Cuando nuestros perros pasean por estos lugares hacen que esta maleza desprenda sus espigas y, en ocasiones, acaben en su oído interno. Esto puede ocasionar graves daños, ya que si no actuamos y dejamos que permanezca ahí, corremos el riesgo de provocar un gran dolor al animal. A menudo las espigas acaban por infectarse y entonces sí que sería totalmente necesaria la intervención quirúrgica para poder extraerlas.
Es muy fácil detectar si a nuestro perro se le ha introducido una espiga en su oído. Además de efectuar continuas sacudidas de la cabeza (parecido a cuando se están secando después del baño), observaremos que el perro ladea excesivamente la cabeza del lado del oído en el que se le ha introducido la espiga, como si estuviera escuchando el suelo.
Los pasos que debemos seguir
Una vez que hemos detectado el problema, procederemos inmediatamente a tumbar al animal en el suelo con el oído afectado hacia arriba, retirando con cuidado la oreja y los pelos con la mano. Con la ayuda de una linterna o luz potente, intentaremos localizarla. Sólo debemos intentar recuperarla si está accesible a nuestros dedos. Nunca, repito, nunca, introduciremos ningún objeto (y mucho menos punzante como pueden ser unas pinzas) en el oído del animal. Éste podría dar una sacudida y provocar que el objeto dañe de una forma gravísima su oído.
Si no vemos la espiga o está demasiado profunda para alcanzarla con nuestros dedos, deberemos llevar inmediatamente a nuestro animal a un veterinario para que se la extraiga. No es que sea cuestión de vida o muerte, pero con el paso de las horas la molestia se tornará en dolor y será más complicada su extracción.
Una vez en el veterinario...
Una vez en el veterinario es posible que sea necesario inmovilizar al animal con anestesia para hacer más segura y menos dolorosa la operación. Esto siempre conlleva un riesgo, pero creo que es perfectamente asumible, ya que en raras ocasiones la anestesia provoca brotes alérgicos que puedan complicar la intervención.
Una vez extraída la espiga y recuperado nuestro animal de la anestesia, no requerirá ningún cuidado especial, salvo que nuestro veterinario indique lo contrario. Yo aconsejo a mis clientes no pasear a sus perros por lugares con maleza alta en estas fechas y que mantengan siempre el oído y las orejas de sus animales limpios de cera y suciedad. Con una gasa y suero no requiere más de cinco minutos por semana.