En la mayoría de los casos, un perro no abandona su hogar porque le falte algo o sea castigado. Se trata de un problema de conducta, en el que influyen factores de herencia genética y la mala educación. Para comprender las razones por la que una mascota se fuga de su casa por períodos más o menos prolongados, es necesario hacer referencia a sus antepasados salvajes, los lobos.
En su medio natural, los lobos pueden ausentarse de la manada por motivos sexuales, necesidad de caza, o deseos de explorar. Si bien los hábitos de vida de los perros no son los mismos que los de sus ancestros, la herencia genética queda, y muchos ejemplares llevan en la sangre la necesidad de alejarse de su casa por razones muy parecidas a las que impulsan los lobos.
Mala integración y razas fuguistas
Durante la etapa de cachorro, sus progenitores le obligan a abandonar su territorio teniendo lugar el llamado 'desapego'. Es el momento en el que el perro debe intentar abrirse camino por sí mismo. Si éste no se siente totalmente integrado dentro del hogar, tenderá a abandonarlo por cortos períodos de tiempo.
Aunque no se puede generalizar, si existen algunas razas que se escapan con mayor facilidad que otras. Perros nórdicos como el Husky Siberiano o el Alaskan Malamute poseen un carácter algo independiente y adoran salir a explorar y buscar nuevos horizontes. Son expertos en localizar comidas de basurero y perseguir gatos escurridizos. Habrá que educarles bien para evitar escapadas, ya que si se acostumbran será casi imposible corregirles.
En cuanto a los perros de caza como el Setter Irlandés o el Labrador, señalar que son animales que no escatiman intentos para escapar de casa. A veces también pueden salir corriendo detrás de una pieza y extraviarse. Igualmente, razas de compañía como el Teckel o el Pinscher tienen una gran inclinación a salir detrás de cualquier hembra que pase por el barrio.
Como impedir las huidas
Si el perro pasa demasiado tiempo en el jardín de la casa habrá que reforzar los límites y prestarle atención. Jamás se puede relegar su existencia al simple cuidado de la casa, ya que el contacto con la familia es fundamental. Un segundo can, preferiblemente del sexo opuesto, puede ser una excelente compañía para los ejemplares que pasan mucho tiempo en soledad.
La llegada de un bebé podría dejarlo en un segundo plano, pudiendo provocar su huida. La introducción de un recién llegado debe hacerse siguiendo los consejos de un especialista en comportamiento canino. Si la huida es por motivos sexuales, la solución pasa por el quirófano, ya que la castración es la única forma de eliminar sus impulsos sin afectar a otros rasgos de su personalidad.
Muchas fugas se evitarían si el amo mantuviera horarios fijos y existiera una rutina en la hora de comer, de salir, etc., y no sometiera al animal a cambios bruscos de rutina. Los perros necesitan saber quiénes son y qué puesto ocupan en el hogar. Darles caprichos o retarlos sólo genera confusiones e inestabilidad emocional.