Al llegar a casa, un cachorro es obviamente un motivo de alegría, en especial para los más pequeños. No obstante, a la vez que esa alegría nos llega la importante responsabilidad de entrenarlo adecuadamente. De no poder educarlo como es necesario, las tiernas frases iniciales de “¡Qué precioso animalito!” pueden cambiar rápidamente a un “Esto es un desastre”. No es una tarea sencilla, debemos admitirlo. Mucha gente se pregunta cómo adiestrar a un perro.
Hay, por supuesto, muchas versiones, teorías y comentarios sobre cómo educar a un perro, pero es necesario tener en cuenta un mínimo de dos cosas: la naturaleza del animal (cazador, pastor, enérgico, sedentario,...) y la propia personalidad de su dueño. Es por esto que lo ideal es que el proceso de entrenamiento se lleve a cabo en un ambiente propicio para todos, seguro y conocido, de manera que el perro se sienta a salvo y feliz y así aprenda correctamente lo que queramos enseñarle.
El adiestramiento canino tiene muchas variantes. Hay quienes consideran que el miedo es la mejor vía; bueno, sí, puede dar resultados, pero nunca son satisfactorios, porque el animal siempre responde tentativamente, sabiendo que de no hacerlo bien recibirá un castigo ejemplar, y vivirá con miedo. Mucha gente confunde miedo y respeto. No significan lo mismo. El respeto y la devoción son lo que siente un perro hacia un amo firme y seguro que le da comida, cobijo y cariño, que suple todas sus necesidades, y por el que daría su vida si hiciera falta. No es lo que se consigue con gritos y golpes: es lo que se consigue con recompensas y amor.
El método que yo siempre recomiendo es el método de refuerzo positivo, o método clicker. Según este adiestramiento, hay que recompensar el buen comportamiento en todo momento. No hablo de una golosina cada vez que el perro haga algo bien; nuestros fieles amigos no necesitan únicamente comida, también cariño, de modo que una caricia, unas palabras de ánimo, a menudo son suficientes para que entienda que ha obrado bien.
Recompensar el buen comportamiento es uno de los métodos más fiables para el adiestramiento canino. El perro está contento, ansioso por hacer más cosas buenas, que le reportan premios en forma de amor, atención y comida, y como las malas acciones no reportan nada de eso normalmente dejará de hacerlas. Por supuesto, adiestrar a un perro no es un camino de rosas...pero sí es el mejor camino para tener una mascota perfecta, aquella con la que todos soñamos pero muy pocos, por desconocimiento, logran alcanzar.
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Marcos Mendoza