Mayo es el mes de las bodas y, aunque este año el tiempo no acompañe, Carmen Quereda, colaboradora de la asociación GATA, ha querido celebrar en la boda de conejos que, según sus palabras, "se adoraron desde el primer momento". En este reportaje nos muestra las imágenes del evento.
En los últimos años la demanda de mascotas exóticas se ha disparado hasta el punto de que el hurón es el tercer animal de compañía más demandado en nuestro país. A consecuencia de este incremento, también ha aumentado el número de iguanas, camaleones y conejos abandonados o viviendo en pésimas condiciones. Por este motivo esta boda de conejos busca ser un símbolo de cómo debemos tratar a nuestras mascotas.
La vida en pareja
Carmen Quereda, propietaria de los conejos, nos cuenta que "cuando murió Nana, otra conejita que yo tenía, decidí adoptar a Runa y a los quince días traje a Willie. Desde el primer momento se hicieron inseparables, se querían y se necesitaban el uno al otro". Por este motivo surgió la idea de celebrar una boda para demostrar a las personas que los conejos también necesitan estar juntos y relacionarse entre sí.
La ceremonia fue todo un éxito y, por el momento, la pareja de recién casados no ha tenido ninguna discusión. La dueña nos describe a Runa como un animal mimoso, cariñoso y paciente con Willie, aunque a veces se muestra un poco autoritaria. Por su parte, el marido "tiene un corazón de oro y es totalmente dependiente de ella, a la que protege al 100%¿. Carmen afirma que están tan enamorados que "pueden pasarse horas sin moverse mientras se besan".
La dura realidad de los conejos
Desgraciadamente, no todos los conejos en nuestro país corren la misma suerte de Runa y Willie. Según nos comentan desde GATA, estas mascotas son las más vendidas en España, porque debido a su pequeño tamaño la gente les suele ver como el regalo perfecto para los niños. Pero la falta de cuidados adecuados y los abandonos hacen que su esperanza de vida sea muy corta, situándose en torno al año de vida, cuando pueden alcanzar los diez años sin problemas.
La mayoría de los animales que llegan a las casas de acogida lo hacen desnutridos por culpa de las dietas pobres en heno o porque al dueño directamente se le olvidó alimentarle, con patas rotas por mal manejo y con heridas o úlceras por no haberse movido. Algunos, incluso, a causa de haber pasado toda su vida en una pequeña jaula no saben correr, andar o saltar.
Agradecimientos: Organización GATA, Carmen Quereda
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