Tomado de El Blog del becario
¡Que no todo va a ser matar, hombre ya! La lección de amor y vida feliz (¡qué cursi me ha quedado, ¡uy, qué tierno estoy hoy!) nos la da un perrete que, literalmente, pierde el conocimiento de la alegría inmensa que se llevó al reencontrarse con su dueña dos años después. ¡Así, sí! Tomad nota, muchachos.
Ha pasado en Murrysville, Pensilvania, donde está el hogar de la familia de Rebecca Ehalt. La joven, que lleva ese tiempo viviendo en Eslovenia, decidió pasar las vacaciones de verano con sus padres. Hasta el momento, había recibido visitas de ellos, pero no había encontrado fechas para regresar a casa, ni siquiera de paso, y no había podido volver a ver a su mascota.
Nada más Rebecca llegó a la puerta de casa, Casey, un schnauzer de pelo grisáceo y prominentes bigotes, como es menester, salió a recibirla con un entusiasmo desmesurado. Entre aullidos de placer, el perro se abalanzó sobre su dueña, para luego volverse loco de alegría. Durante un instante, se desplomó y se quedó inmóvil. Había perdido levemente el conocimiento. El desfallecimiento duró sólo unos segundos, pero el pobre Casey se asustó y tuvo que llegar el padre de Rebecca para cogerlo en brazos hasta que se recuperara del todo.
La propia Rebecca quiso compartir el feliz momento del reencuentro en YouTube (¿por qué actualmente se comparte todo?) y aprovechó la ocasión para confirmar que Casey se encuentra perfectamente y que el veterinario le aseguró que era una reacción de su cuerpo ante tanta emoción. ¡Lección perruna! Esto es querer y lo demás son tonterías.
ADVERTENCIA: Baja el volúmen del sistema porque los aullidos se escuchan muy altos.