Te agradezco, una vez más, tu vida a nuestro lado, sin parar de acariciarte, de besarte, de darte todo el amor que te regalo en cada mirada. Sabemos que el final se acerca. Tensa calma entre sollozos y sonrisas de amor incondicional.
Recuerdo tu despedida, hace unos días, regalándole a Dani la calma que ahora nos esforzamos por encontrar. Tu necesidad de acurrucarte en su regazo, en silencio, con el vaivén de la hamaca y el latido de vuestros corazones, al unísono, como tantas y tantas veces sonaron estos últimos doce años y medio.
Recuerdo cómo me pediste a mí la despedida, fundiéndonos en una mirada sin fin, entre susurros y palabras que no hacían falta ser pronunciadas, entre sonrisas tristes y caricias desbordadas de amor, a falta de unos instantes más para nosotras.
Y aquí tumbada, con la brisa de la mañana resfrescando tu angustiada silueta, los minutos se consumen y las lágrimas se agotan. No te quieres ir, pero tu cuerpo ha llegado al límite de sus fuerzas. Te resistes, luchadora incansable a favor de la vida, permaneciendo despierta sin lamentaciones. Tu fuerza, tu entereza, tu tesón… hasta el último suspiro en que tus pulmones descansaron para siempre, y tu corazón se detuvo para no volver a andar. Con la cabeza bien alta, con la mirada firme y cansada, te dejaste ir.
Y no hay un dolor más intenso que ver marchar a una amiga, a una compañera de vida, a una maestra. No hay un sufrimiento más profundo que saberte lejos de nuestras vidas para siempre. No hay, sin duda, una pena semejante a perder un talismán, una guía, un referente.
Y ya sin vida, caminamos en procesión a tu partida. Con los ojos inundados de recuerdos, callados, alargamos el momento de la despedida. De la manera más hermosa, por turnos respetuosos y con la calma de quien comprende, Luna, Noa y Sasha se acercaron, te velaron unos segundos, se marcharon en silencio.Era el momento. Adios pequeña. Tu cuerpo se marcha pero en nosotros perviven tus inagotables hazañas, tus sonrisas, tus brincos, tu forma de hacerte entender y de imponer tus condiciones. Se queda el amor infinito que por tu familia sentías y tantos y tantos aprendizajes que regalaste a tantas personas y animales.
Gracias por haber sido, y por haber compartido tu maravillosa forma de entender la vida, Neska.
Nunca te olvidaremos y nuestro amor perdurará hasta que, de nuevo, nos encontremos.
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