Los perros siempre nos responden, nunca nos defraudan. Se muestran alegres cuando los propietarios regresamos a casa, tristes cuando nos vamos y se sienten culpables cuando han hecho algo mal.
Buscan y saludan con entusiasmo a la gente y pueden hacer aflorar sentimientos de culpabilidad mediante la expresión facial o el llanto. Les gusta mantener el contacto físico durante largos períodos de tiempo, algo que es casi imposible con la mayoría de los humanos.
Ellos no son críticos con sus dueños, nos aceptan como somos.
La relación entre humanos y animales proporciona seguridad, intimidad, afinidad y fidelidad. Los perros ofrecen compañía, alguien con quien hablar y alguien a quien acariciar, lo que contribuye a reducir el sentimiento de soledad que mucha gente experimenta. Las caricias liberan endorfinas en el cerebro las cuales tienen un efecto tranquilizador y de bienestar sobre el organismo.
La gran mayoría de las personas que tenemos perros hablamos con ellos, con frases cortas, algunas cosas las entienden.
Mis Chikis son capaces de entender hasta 500 palabras -demostrado científicamente-. Pero demostrado científicamente o no, mis Chikis -como yo les llamo-, son capaces de entender mi estado de ánimo, saben cuándo estoy alegre, cuando estoy triste, y saben qué hacer en cada ocasión.
Tengo dos perros Terry e Inka, son de la misma raza-Schnaucer mini-.A pesar de ser físicamente como dos gotas de agua, tienen caracteres distintos, pero igual de cariñosos.
Cuando estoy triste, y decepcionada como hoy, Inka se tumba encima de mis pies y no me deja sola. Terry en cambio, se sube encima y no deja de acariciarme. Tienen ese sexto sentido que a tantas personas nos falta.
Tienen la facultad de consolarme y hacerme sentir mejor.
Por eso, porque me encuentro triste y por qué ellos me animan y por qué me encanta escribir, es por lo que hoy he sentido la necesidad de escribir estas palabras, es como una forma de darles las gracias.
No quiero hablar de los perros en general-para ello están los especialistas-.Quiero hablar de mis Chikis en particular, me siento muy afortunada de tenerlos y doy las gracias por ello. Este post lo escribí el otro día, cuando veía que tenía que hacer algo por Terry, pues no se merecía vivir en el estado en que estaba.
Quizás la decisión más difícil que he tenido que tomar haya sido esta, la de dormir a Terry, y aunque en el fondo sé que es una decisión correcta, no dejo de sentir algo de culpa, dolor, tristeza…
Estuve con él hasta el final, (sé que él habría hecho lo mismo por mi) y fue un momento terrible, pero me queda el consuelo de que se durmió tranquilo y escuchando mi voz y sintiendo mis caricias.
Ya está, ya ha dejado de sufrir, pero lo ¡hecho tanto de menos!
Inka está como tonta, va de un lado a otro de la casa buscándolo y no quiere pasar al dormitorio, pies era donde desde hace un tiempo Terry pasaba el día.
El tiempo nos curará a las dos…
Los perros desarrollan en las personas el más puro y limpio de los sentimientos: hacen que amemos y seamos amados. Sé que la gente que no tiene mascotas, no entenderá este dolor e incluso habrá quien lo critique, pero solo les digo que ¡No saben lo que se pierden!
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Un saludo
Mari Carmen
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