En el siglo XIX, las compañías de seguros marítimos no aseguraban ningún cargamento a aquellos barcos que no alojaban a un gato permanentemente.
En la Inglaterra del siglo XVII, los marineros más supersticiosos metían a un gato morisco (con pelaje de tres colores distintos) en una olla o vasija de hierro durante las tormentas. El gato se quedaba ahí encerrado hasta que los truenos cesaban. Son frecuentes los relatos en los que el gato del barco salva a su tripulación.
El catamarán (denominado familiarmente en inglés cat, gato), una embarcación capaz de mantener la estabilidad en un mar tempestuoso y cuya forma de navegar está basada en la habilidad felina de caer de pie.
En Italia, la expresión gatta marina hace alusión a una nave que se mantiene estable a pesar del fuerte oleaje. Existe incluso un aparejo denominado aparejo de gata utilizado para levar el ancla desde la superficie del agua hasta la serviola.