Es muy común escuchar la siguiente frase sobre los mordiscos del cachorro, ya sea de parte de los dueños de cachorros e incluso de parte de muchos veterinarios: “lo hace porque es pequeño y está jugando, en un tiempo pasará”. Si bien es cierto que durante el cambio de dientes de leche a dientes definitivos los cachorros tienden a mordisquear, dicha acción está mayormente orientada hacia objetos inanimados de determinada textura.
Al principio es un juego
El mordisqueo de los brazos y las manos está más relacionado con el juego interactivo con su grupo de pertenencia, es decir, habitualmente con los humanos o con otros congéneres. No hay duda de que el mordisqueo de los cachorros rara vez produce un daño grave y que, además, generalmente lo hacen en un contexto de juego. Sin embargo, algunos mordiscos no sólo pueden ser dolorosos, pues a esa edad sus dientes son como agujas, sino que tienen un significado mucho más complejo que el de un juego inofensivo y sin consecuencias.El juego es una parte muy importante en la vida del perro. Facilita su socialización, los aprendizajes, mantiene un estado de salud y desempeña un papel decisivo en el vínculo con el humano. Sin embargo, a muchos cachorros les gusta jugar bruscamente con sus dueños, sobre todo jugar a pelear. Es importante saber que este tipo de interacción no es adecuada por dos razones principales:
1. El cachorro puede, con el tiempo, incrementar su excitación y la intensidad de los mordiscos durante la interacción.
2. Dichos juegos son de 'poder' ,mediante los cuales el cachorro aprende a medir fuerzas con su contrincante. Por ejemplo, si un cachorro gana las peleas, rápidamente aprenderá a dominar al dueño en la vida real.
Por todo ello, resulta imprescindible que, por un lado, el cachorro aprenda a inhibir su mordida, es decir, a desarrollar sus autocontroles, y por el otro, que durante los juegos sea el humano quien ponga las reglas de los mismos, evitando todo juego que implique una lucha por el poder.
La inhibición de la mordida y el autocontrol
La primera etapa de la enseñanza en cuanto a la inhibición de la mordida y el aprendizaje de autocontroles, la recibe el cachorro de parte de su madre. La segunda etapa le corresponde a la familia humana. Por supuesto que no es necesario utilizar la violencia para enseñarle al cachorro a inhibir su mordida. Muchas veces, un simple grito con voz fuerte y firme será suficiente.Si esto no es efectivo, será hora de consultar con un especialista, ya que la mayoría de las demás recomendaciones habituales, como por ejemplo retar al cachorro con un periódico enrollado o encerrarlo un rato en una habitación, si bien pueden momentáneamente interrumpir la conducta, también pueden ser perjudiciales a medio y largo plazo.
Estableciendo las reglas de juego
El juego debe tener reglas claras, lo cual facilitará no sólo que el cachorro se comporte adecuadamente, sino también disminuir tanto su ansiedad. Uno de los juegos más adecuados consiste en arrojar una pelotita para que el cachorro la traiga y la entregue para luego continuar el juego. Si el cachorro no suelta la pelotita, no hay que pelear con él ni perseguirlo por el parque. Simplemente se le ignora para demostrarle que, si no cumple la regla puesta por uno, se acabó el juego.Para poder enseñar correctamente las reglas del juego también es condición indispensable que todos los miembros de la familia se pongan de acuerdo, aunque lamentablemente esto no suele suceder con mucha frecuencia. Si el cachorro no respeta las reglas o si no hay acuerdo entre los miembros de la familia con respecto a las mismas, será hora de asesorarse con un especialista a fin de lograr la convivencia armónica con el cachorro.
En resumen, la enseñanza de la inhibición de la mordida y de los autocontroles por un lado y la posición jerárquica que tendrá el cachorro dentro del grupo familiar son de vital importancia si queremos evitar la aparición de la agresión en el perro adulto.
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