En el reportaje de esta semana vamos a intentar descubrir algunos de los legados literarios donde los protagonistas o mus@s de inspiración tienen cuatro patas. Creemos que es un esfuerzo que merece la pena ahora que algunos medios de comunicación parecen esforzarse en divulgar solamente episodios poco amables relacionados con los canes.
Diversos autores reflejan en sus obras su experiencia a la hora de compartir su vida con un perro. Antonio Gala en su libro "Charlas con Troylo" (Espasa-Calpe, 1984), no puede ser más elocuente al dirigirse a su adorado can: "En los últimos diez años Troylo, ?qué no hemos compartido? Más sabes tú de mi que quienes me rodean, más que los periódicos, que mis comedias, más que mis poemas donde parece que se vierte como en un vaso de cristal, el alma".
En su columna "La soledad sonora", Gala hizo la siguiente reflexión; "me es muy difícil concebir a un niño sin un perro; sin la responsabilidad de hacerse cargo de él; sin la conversación secreta y cómplice entre ambos; sin la jadeante espera del animal a su menudo amo, que crece junto a él rodeado de un respeto fervoroso, devoto y jaranero. No encuentro mejor forma de educar a un niño que la de encomendarle el perro que él elija, para que aprenda a su través de imprescindibles lecciones del deber y de la solidaridad".
Todo este afecto sincero por los animales expresado a través de múltiples manifestaciones literarias le han hecho a Antonio Gala acreedor del Premio "Los Animales en el Mundo de las Artes y de la Cultura", otorgado por AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños animales)
"En la literatura, la compañía del perro ha sido siempre más positiva que negativa", afirma Miguel Delibes (Valladolid 1920), donde reflexiona en su obra "Diario de un cazador", que "difícilmente podría entenderse mi vida y mi escritura sin la presencia del perro".
En las obras "Luna de Lobos" y en "La Luna Amarilla" deJulio Llamazares (Vegamián, León, 1955) se refleja la presencia de Bruna, una perra que lo acompañó durante años y que confiesa le enseñó a mirar el mundo desde otra perspectiva. En el libro "La Luna Amarilla" el protagonista y su perra son los últimos habitantes de un pueblo que al igual que el que vio nacer al escritor, están hoy abandonados. Hombre y perro son testigos, cómplices y compañeros en un tierna y trágica historia, aferrados a la voluntad de morir en el lugar que los vio nacer.
En el último best seller de Paul Auster Tomboctú, un perro es el protagonista y guía de la historia. "Mr Bones" olfatea las zonas a descubir e interpreta al mundo con una sensibilidad muy canina en una luminosa fábula.
En las poesías de Juan Ramón Jimenez, y concretamente en "Espacio", se resalta el papel de un perro de compañía que lo hace todo por el amo, y Miguel de Cervantes en "Coloquio de los perros", describe en los primeros pasajes de la obra cómo la figura de un perro en la tumba de los esposos simbolizaba que "esa unión guardó en vida amistad y fidelidad inviolable".
Y fue la de un perro la biografía escrita por Virginia Woolf (1882-1914), en "Flush", inspirada quizás de su propia experiencia con su adorado cocker Pinka , donde el protagonista y su ama, la poeta victoriana Elizabeth Barrett Browning envejecen juntos. "Estaba envejeciendo y Flush también. Se inclinó un momento sobre él. La cara de la señora Browning, con su boca ancha, sus grandes ojos y rizos espesos, seguían teniendo un extraño parecido a la de él. Ambos rostros parecían proceder del mismo molde, casi como si cada uno completase lo que estaba latente en el otro. Pero ella era una mujer; él un perro"
Resultaría interminable el legado canino en la literatura y la lista de autores que lo contempla (Ana María Matutes, Frank Kafka, Juan Carlos Suñén, Alicia Jiménez Bartlett, Marta Pesarrodona, Ester Tusquet?) Resulta sin duda una participación que contribuye a "humanizar" nuestra cultura.
Imágenes: Cucogut, de Flickr.com