Razas como los Pitbull o Dobermans eran comúnmente operados para mutilar sus orejas. Yorkis o Rottweiler también eran operados para mutilar sus colas. ¿Por qué? Por puro capricho estético.
Sin embargo, ¿alguien les ha explicado a estos adoptantes la mutilación real que supone? Ya no hablamos de la mutilación física, muy dolorosa por cierto en ambos casos, sino de la mutilación social.
Y es que tanto las orejas como la cola son dos herramientas fundamentales en la comunicación de los cánidos. Con las orejas y con la cola comunican numerosos estados de ánimo.
Por ejemplo, las orejas erguidas comunican alerta y preparación para un ataque. Los perros que son operados de las orejas mantienen esta posición de forma permanente, lo que pueden llevar a constantes malas interpretaciones por otros perros, derivando en agresiones.
Otro ejemplo: la cola. La falta de este miembro tan importante supone para las hembras que manden un mensaje de que siempre están dispuestas para la monta de cualquier macho, cuando esto no tiene por qué ser así. Una hembra con cola puede bajarla y transmitir al otro perro que no quiere ser montada. Ante la falta de comunicación, tenemos problemas de agresividad.
Para que nos entendamos, cuando mutilamos las orejas o cola de un perro, es como si estuviéramos mutilando la lengua o los ademanes en los humanos.
Si bien hay muchos países que han prohibido las mutilaciones en los perros, España todavía tiene mucho trabajo por hacer, porque aunque está prohibido, son muchos los veterinarios que aún practican estas horribles operaciones que tanto merman en las vidas de nuestras mascotas.