Es muy común que se acuda a un especialista para cortar las orejas y el rabo de los perros. En el caso del rabo, muchas veces cumple con unos fines que representan una ventaja para los animales. Puede ser el caso de los animales de caza que matorral bajo o zarzas, que se podrían quedar enganchados, o algunas razas cuyo movimiento de cola puede terminar en un problema grave de salud.
Más allá de esto, los fines son puramente estéticos. Hay una serie de razas en las que está popularizado cortarle las orejas (Yorkshire, Doberman, Bóxer...) solo por gusto del dueño, sin que implique ningún beneficio para el perro. Cada día más veterinarios se oponen y la legislación va avanzando para proteger a las mascotas de estos procedimientos.
Cuando se busca amputar estas partes (ya que son intervenciones invasivas, no meros cortes) se está comprometiendo la comunicación del animal. Este, además de con sus sonidos y olores, transmite mucha información con la posición de las orejas y la cola. Puede llegar a afectar a su sociabilidad con otros perros.
La operación y el postoperatorio tienen una serie de riesgos. Se utiliza la anestesia general (no es cierto que no les duela cuando son cachorros) a una edad temprana para evitar complicaciones mayores como: alergia a algún fármaco, sangrado, una mala cicatrización, etcétera. Siempre que hay riesgo de infección, está en juego la vida de la mascota, cosa que debemos intentar evitar siempre.
Y tú, ¿Sabías que se llevaba a cabo esta práctica?
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Imágenes/Flickr: Angela n, Tinali 778 y Tofslie.