¿Recuerdas haber visto que alguno de los perros paseados por esos ancianos tirara de la correa? Seguramente la respuesta será negativa. Evidentemente, de manera natural el perro ha aprendido que no debe tirar ¿Y cómo llegamos hasta ese punto en el que perro sabe que no debe hacerlo? Educando. Hasta ahora, es posible que sencillamente el perro hubiera aprendido que hay que tirar, y el dueño de forma inconsciente ha moldeado esa forma de actuar. Coloquemos las piezas del puzzle.
¿El culpable? El dueño
El perro comienza a salir a la calle, y desde el inicio no se aplica una forma correcta para que aprenda a caminar con la correa floja. Más bien todo lo contrario. A veces, las respuestas que dan los propietarios son variadas: es que sale con muchas ganas de jugar, es que salía con necesidad de hacer sus 'cosas', es muy juguetón, etc. Pueden ser todas esas cosas o ninguna. Pero seguro que el resultado será uno: el perro ha aprendido a tirar de la correa.El animal pensará, 'yo quiero llegar a ese sitio, tiro de de la correa y llego'. En este punto, es el perro el que está sacando a pasear a su dueño. Esa es la verdad, el paseo se convierte en algo penoso para muchos propietarios. ¿Qué se puede hacer? Primero, ser conscientes de que nosotros hemos condicionado esa respuesta del perro. Segundo, debemos poner freno y remedio a esta situación, y debemos hacerlo de forma racional y no con castigos.
Tomamos la iniciativa
¿Qué tal si nos planteamos que hemos llegado a un punto en el que nosotros vamos a tomar la iniciativa de forma consciente? Hay que asimilar que el perro tira porque ha aprendido que haciéndolo llega donde quiere. Vamos a cambiar las cosas, durante el tiempo que dure el paseo el perro decidirá dónde quiere llegar, y lo hará si no tira. Si tira nos paramos, por tanto no llegamos donde él quería.Si sigue halando, cambiamos el sentido de la marcha, de esta manera seguirá sin llegar donde quiere. Sólo si camina con la correa floja seguiremos la ruta marcada, bien por su olfato, bien porque nos hemos encaminado a un lugar concreto. En los primeros paseos, hay que descartar rutas que el perro sepa que le llevan a un lugar 'maravilloso'. No nos dirigiremos hacia su lugar especial.
Debemos acostumbrarnos a llamar la atención del perro si vamos a cambiar el sentido de la marcha. No tiraremos nosotros de él. Para llamar la atención del perro, usaremos una señal de complicidad (que le tranquilice). Si es su paseo, no lo usaremos para otra cosa. Si nos llaman al teléfono móvil, no nos olvidaremos del perro. Es su paseo. Podemos mandarle sentar mientras atendemos con brevedad la llamada. Después, continuamos con el paseo. Al principio entraremos en un a especie de conflicto al que no se le ve solución pero, pasado un tiempo, dueño y perro van fortaleciendo una buena relación en el paseo diario.
Correas extensibles y collares de castigo
No debemos usar correas extensibles. Si queremos que el perro se sitúe a nuestro lado, le daremos la orden de caminar junto. Usaremos una correa larga. El perro en su paseo debe caminar holgadamente. Podemos llevar unos trocitos de salchicha para premiar una conducta del perro, es una costumbre buena. Premiar con la voz, con la comida, con la continuación del paseo.Recuerda que no has visto ancianos que paseen a sus perros tirando de la correa. Lo que no debemos de usar es la fuerza, ni los collares de ahogo o castigo. Con el adiestramiento positivo todo es más fácil y sobre todo, ¿por qué castigar a quien no se ha educado o se le ha educado mal?
Por Ana L. Pose, responsable de Conclicker.org