Por Elsie Carbó
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Recibí una llamada de Norma González, protectora de animales en el reparto Sevillano, quien me contó de un caso que ocurrió en su barrio y que merece ser divulgado por tratarse de un hecho notable y esperanzador, donde una brigada de Salvamento y Rescate fue la principal estrella de la noche, independientemente de que el gatico fuera el protagonista.
Fue en la azotea de un edificio de la calle Josefina, entre Avellaneda y Jorge, desde donde los vecinos sintieron un gato pequeño maullar desconsoladamente. Alarmados y descontentos decidieron hacer varios intentos por agarrarlo, pero todo fue vano, debido a la imposibilidad de subir hasta el lugar donde se encontraba. Fue por eso que llamaron al 105, un teléfono de emergencia con que cuenta la población para llamar al servicio de Bomberos en caso de desastres, llamaron aunque no estaban seguros de que acudieran pues no se trataba ni de un derrumbe, un suicidio o un fuego irrefragable… sin embargo, para sorpresa del vecindario, el carro no demoró mucho en aparecer por aquella calle, equipado para estos menesteres y tripulado por unas siete personas, entre ellas una mujer, y todos dispuestos a iniciar los trabajos de auxilio para rescatar al animal en dificultades, que después del susto desapareció como alma que lleva el diablo en la oscuridad de la noche, pero libre ya de aquel sacrificio al que lo lanzaron gentes sin escrúpulos ni bondad en su corazón. También Norma me explicó lo difícil que fue el rescate no solo por la hora y los contratiempos, sino por los riesgos, al no contar con escaleras para la operación.
Algunos se preguntarán y cuál es el hecho notable y esperanzador de que hablo? Pues les voy a decir que la noticia es saber que se puede contar con un apoyo oficial para sucesos de este tipo, inusuales, por tratarse de animales, o sea que no estén implicados seres humanos, que en este caso fue un simple gato, lo que me hace pensar en la existencia de una concepción positiva en la institución, que no desdeña o subestima la necesidad de socorrer también a un animal desvalido o en problemas, si se les llama pidiendo auxilio.
Es esperanzador y notable porque acciones como estas, que fueron calificadas de arriesgadas y valientes por los vecinos del Sevillano que presenciaron lo precario que resultó el rescate, producen en las personas el efecto de seguridad ciudadana tan necesario en estos tiempos, al poder contar con una entidad que salvaguarda la vida, sin mirar de qué lado se está mejor o qué recompensa se recibirá a cambio. En opinión de esta protectora quienes se expusieron en esa delicada aventura deben ser felicitados y reconocidos, primero por su perseverancia ante casi lo imposible y segundo porque hasta pusieron en juego muchas habilidades inéditas para su juventud.
Proteger la tranquilidad y la seguridad ciudadanas fue el manual personal de estos bomberos. Por eso fueron aplaudidos. Contribuir de esa forma a proteger la felicidad de la comunidad es también incentivar actitudes heroicas y altruistas en el entorno, ya sean de índole material o representadas por la espiritualidad de las familias, que sin eso no
se podría tener una buena vida con bienestar, y
tampoco estarían a salvo nuestros seres queridos, sean hijos, nietos, primos, amigos y mascotas queridas, además.