Artículo de Vicente Pérez, tomado de Diario de Avisos.com
Un residente del lugar divisó desde su balcón cómo lo que creía una mujer, por el color amarillo de lo que pensaba era un bañador, daba brazadas en el mar, con claros síntomas de estarse ahogando y hallarse ya sin fuerzas.
Dio la voz de alarma y bajó despavorido a la playa, donde varios bañistas acudieron raudos a auxiliar a la supuesta bañista en apuros. Al acercarse, vieron que se trataba de una tortuga atrapada en redes de pesca. Con igual urgencia que si fuera a salvar a una persona, un hombre se lanzó al agua y llevó al animal a tierra, donde la liberaron de su trampa.
Lo cuenta aún con ?emoción? y ?orgullo? José Manuel González, lagunero de veraneo en Las Eras, que fue quien se atrevió a coger la tortuga en brazos, por ser conocedor de estos animales, pues los ha tenido como mascotas y sabe que basta evitar su pico.
Ante la mirada de unas treinta personas, sintió cómo la tortuga ?ni se movía, casi asfixiada; debía llevar muchas horas de esfuerzo por desenredarse, de modo que hubiera muerto en poco tiempo más en el agua?. Al cabo de 15 minutos en la orilla, la tortuga, por suerte sin heridas, se fue reanimando, y de buenas a primera volvió veloz a su medio acuático, perdiéndose en la inmensidad del mar.
?Todos nos quedamos muy contentos; uno se siente muy orgulloso haciendo tan poco, pues le dimos a un ser vivo una segunda oportunidad de vivir?, relata José Manuel, con tono casi quebrado. Afirma que estos animales son muy beneficiosos porque ?su alimento favorito son las peligrosas medusas?, que suelen confundir con las bolsas de plástico y mueren. ?Hay que ser más limpios con la naturaleza y amar más a los animales?, afirma este hombre que ahora siempre mira a la mar con la íntima esperanza de volver a ver al ser que salvó.