Por Elsie Carbó
Es doloroso, si, pero hay que decirlo. Hemos sido testigos de crímenes contra animales indefensos: perros quemados, caballos golpeados o gatos torturados, y seguimos siendo testigos de más crímenes contra animales indefensos sin que alguien con voz y coraje suficiente diga basta y hable oficialmente alto y claro en nombre de la ley y sus consecuencias para los transgresores, que sería la única manera en que los abusadores, los sádicos y los sicópatas entenderían que no se puede actuar impunemente contra el bienestar de los animales, que hay leyes y justicia en este país para quienes cometen actos de crueldad y maltrato, actos que laceran el entorno social y familiar, acciones que denigran la condición humana y no ayudan en la formación de los niños y jóvenes que los presencian, creo que si queremos una juventud digna, solidaria y afincada a nuestras raíces también tenemos que velar porque se hagan cumplir las leyes en todas sus variantes, porque para mí en lo personal, tan indigno es el acto de quemar una guagua como el de torturar a un gato en un saco y soltarlo en un ruedo para que otros lo golpeen y torturen como forma de diversión.
Y si a alguien le puede resultar exagerada mi comparación piense en el efecto devastador que a largo plazo podrá tener el niño que presenció el espectáculo de abuso y crueldad que realizaron frente a sus ojos en el rodeo de la feria agropecuaria de Boyeros, un hecho que se ha impugnado en las redes, las plataformas digitales y el noticiero de la televisión, al que hay que castigar con la misma fuerza que otros que causan también daño por igual a la sociedad, solo que la diferencia estriba en que unos dañan la espiritualidad y la conciencia de la familia cubana y otros la economía del país. Saludo la rapidez con que el Minagri emitió una declaración condenando el crimen, y que el noticiero también lo haya repetido en su emisión al mediodía, no podemos esperar para conocer cuáles serán las sanciones aplicadas a los abusadores en tales actos.