Por Elsie Carbó
grillosazules@gmail.com
Plaza del Cristo, Habana Vieja
Este chihuahua cuesta 150 cuc. Alrededor de unos tres mil pesos cubanos y algo más, el salario tal vez de ocho meses de trabajo de cualquier individuo de a pie, a razón de 400 pesos mensuales como promedio. Como se lo estoy diciendo, este bebé de salud precaria e incierto futuro vale esa suma de dinero. Y yo me pregunto, nos estaremos volviendo locos los cubanos o es que la fiebre del oro ya nos nubló la razón? Cosas como esta están ocurriendo en cualquier esquina de La Habana, aunque las fotos las tomé en el Parque del Cristo en La Habana Vieja pero se imitan en otras plazas y barrios habaneros, donde se pueden ver tanto cachorros, hámster o pájaros exóticos, hacinados en jaulas de reducidos espacios, sin agua suficiente y muchas veces castigados por el sol.
Tal parece que no hay límites para este comercio inescrupuloso que especula con la vida animal como si estuvieran ofertando cualquier otra mercancía inanimada. Pero lo peor es que para este negocio sí existe luz verde oficial, y no me explico cómo el gobierno otorga licencias sin control ni inspección adecuada para esa comercialización de animales afectivos, a sabiendas de que los métodos que usan dañan nuestra fauna y laceran los sentimientos de los ciudadanos amantes de animales.
Se sabe que muchos no sobreviven a las enfermedades que se adquieren por la separación forzada de la madre, por la mala alimentación y la exposición a condiciones miserables durante días encerrados en jaulas inadecuadas, u otros que irían a engrosar las filas de los abandonados en las calles porque al crecer no resultó la raza por la que pagaron tan caro. Me gustaría que alguien de nuestros diputados hablara ante el Parlamento sobre estas y otras atrocidades que se cometen contra los animales, muchos poseen mascotas y saben a lo que me refiero porque son gente del pueblo, caminan por las calles, y conocen que al no existir leyes que los protejan de los propios seres humanos, la vida de los animales cada día está más amenazada, y pongo como ejemplo a los pobres caballos que son utilizados sin compasión para duros trabajos. Pienso que sería un tema que debe generar el debate para lograr un consenso sobre cómo actuar contra abusadores, violadores e individuos que se encuentran al margen de las legislaciones en Cuba, viviendo acosta de actividades ilegales como las peleas de perros o de gallos.
Por otra parte la comunidad que forma parte de la sociedad civil defensora de la fauna cubana está muy alarmada en estos tiempos debido a un incremento de los abusos y crueldades de todo tipo, que van desde un espurio comercio, envenenamientos masivos, quema de animales, abandonos, torturas y hasta la utilización de parte de sus miembros, como patas, rabos y hasta las propias cabezas, cercenadas aún estando vivo el perro o el gato utilizado, todo para ser usado en ciertos y dudosos rituales religiosos. En este punto precisamente es que quiero detenerme, para llamar la atención del auténtico conglomerado religioso para que tome medidas contra esos grupúsculos que cometen cualquier tipo de crueldad contra los animales utilizando a la religión como fondo, pues tengo la certeza de que entre los creyentes decentes de este país, por ninguna razón, ni de orden practicante o personal, se cometerían tales fechorías.
Lamentablemente se ha visto un aumento de estos hechos en determinados barrios de la ciudad, que por estar amparados en las sombras de la noche o escondidos de las miradas ciudadanas, son difícil de identificar, pero no imposibles, se debe estar atento al menor indicio o señal para convocar a las fuerzas del orden público a que actúe en estos casos. Estos episodios de crueldad que laceran la estabilidad ciudadana y la vida espiritual de las familias defensoras de los derechos de los animales no se pueden permitir más, por eso urge que aquellas personas que presencien o tengan información fidedigna de sucesos de esta envergadura, los denuncien para que la justicia revolucionaria, en la que confiamos, castigue a los culpables y se erradique de nuestro entorno estas muestras de barbarie, que no van bien con el modelo de país que queremos para nosotros, ni para nuestros familiares. No al comercio que destruye nuestros más elementales valores.