Yo no quería tener perro

Y sin embargo lo tienes… Es posible que seas una madre o un padre que pensó que cuando su hijo/a decía “sí, pero seré yo quien lo cuide“, le creíste quizá sin pensar en la edad del/la niño/a. O quizá tu pareja es amante de los animales pero a ti no te entusiasman… Lo cierto es que hay versiones para todos los gustos, y al final te has visto con un can en casa que sobrepasa tu paciencia.

Sigue siendo tu responsabilidad

Te diré una mala noticia, y es que tener un perro es una responsabilidad, como cualquier animal, que contraes con él desde antes incluso de llegar a pisar tu casa.

Un perro no es un objeto inerte del que “cansarse” o justificar si tú estabas o no de acuerdo con que viniera a casa para dejar de atenderle.

Tanto si tienes la responsabilidad directa como si está a cargo de otra persona de la casa, el perro es un animal con sentimientos y que es capaz de entender cuándo alguien de su familia, de su manada, es decir, tú entre otras personas o animales, tiene hostilidad o le trata con poco respeto.

Y he vivido lamentablemente muchas situaciones en las que me han justificado una mala atención o una falta de compromiso en la educación del perro porque “yo no lo quería“, pero al final somos responsables de las decisiones que tomamos y, entre ellas, tomaste la de compartir tu vida con un perro.

Y no es necesario que te pases los días jugando con él/ella o que te encargues de su alimentación… las tareas relativas al cuidado del perrete las tendréis que valorar entre los miembros de la casa. Pero sí tienes la responsabilidad de favorecer que el perro esté bien tratado y de proteger su salud física y emocional.

“Yo no quería tener perro” no sirve cuando eres un padre que ha querido dar el capricho a su hijo que viene de visita una vez al mes, tras una ruptura o separación de la pareja. Ni sirve cuando una madre cede a las peticiones continuas de sus niños de corta edad. No sirve porque siempre, siempre, siempre la responsabilidad va a ser de un adulto, y en cualquier caso el perro tiene unas necesidades básicas que no entienden de esas cosas.

El perro necesita una alimentación adecuada, necesita cariño, necesita ejercicio físico y mental, necesita un descanso adecuado y unos cuidados veterinarios concretos y continuos. “Yo no quería perro” no te exime de ninguna de estas responsabilidades, y lo único en lo que te ayuda es para autocompadecerte y evitar afrontar el problema que tengas con tu perro (porque, cuando sale a la luz esta escalofriante frase, es habitualmente porque necesitas encarar un problema que habitualmente no estás dispuesto/a a encarar).

Implicación por parte de todos

La manera más eficaz de educar a un perro pasa por la implicación de todos los miembros de la familia. Del más mayor al más pequeño, todos tienen un papel importe e insustituible, y todos pueden colaborar de una u otra manera en el bienestar familiar y la convivencia.

Lo primero que deberías hacer es quitarte de la cabeza, como ya hemos hablado, que no es tu responsabilidad, y lo siguiente es poner los medios necesarios para volver a cambiar las cosas y comenzar de nuevo una educación para el día a día en base a una convivencia feliz y respetuosa.

Enseguida verás que haciendo cambios en tu forma de sentir esa responsabilidad y haciéndote cargo de la situación, únicamente con este importante y sencillo cambio, el perro comienza a comportarse de una manera diferente. Y no es magia… es sentido común.

Foto de Fondo creado por photoangel
Foto de Perro creado por montypeter

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