En caso de que carezcamos de ambas cosas, como fácilmente puede ocurrir en algunas zonas de las grandes ciudades, hemos de salir preparados. Actualmente, en muchos ayuntamientos proporcionan unos recogedores a los que se les coloca una bolsa de plástico y con ello, evitamos dejar el regalito de nuestro cachorro en la calle y, al mismo tiempo, las consecuencias que de él se pueden derivar. Por desgracia, para perros gigantes este tipo de recogedor no cumple los requisitos de tamaño. Hacen falta dos bolsas de plástico. Puede preguntar en las tiendas de animales, pues es posible que encuentre lo que se adapte a sus necesidades.
También puede usted mismo confeccionarse un recogedor de cartón, de usar y tirar, en el que no tendrá ningún tipo de contacto con el mencionado regalito. En zonas poco habitadas, es especialmente difícil deshacerse con civismo de la bolsa de plástico, pues los contenedores de basura a menudo escasean. Y ahí es fácil caer en la tentación de deshacerse de la bolsa «cuando nadie mire». Yo he recorrido unos cuantos kilómetros y he sufrido en carne propia el fuerte impulso de quitármela de encima a cualquier precio.
Entre los 5 y 7 meses, los machos han crecido tanto que empiezan a levantar la pata y lo hacen muchas veces durante un mismo paseo; para ellos los bancos del parque, los postes indicadores, las cajas de fruta, etc. son buenos sitios para dejar su rastro. Usted no puede prohibir a su perro esta demarcación del terreno, pero puede influir en la elección del objetivo. Muchos dueños simulan no haberse dado cuenta si bien sería mejor que reaccionaran activamente. A mi parecer, este truco no es nada solidario.