Elsie Carbó
grillosazulez@gmail.com
La frase me gusta mucho para iniciar el año 2017 con algún presagio de esperanza, aunque el balance del pasado no se puede calificar de malo, sobre todo si contabilizamos esos granitos de arena que pusimos en el corazón de las personas que rescataron y dieron protección a muchos animales. Por eso me pareció un buen tema para iniciar el nuevo año, convencida como estoy que aún sobre esta asignatura hay mucho por hacer cuando hablamos de solidaridad, pero el caso es que no voy a comentar ahora sobre eso, sino de esa leyenda tan difundida que confunde los gestos o sentimientos de los animales frente a los humanos, como el hecho de cerrar los ojos cuando son acariciados, y que nosotros señalamos de indiferencia o desagradecimiento.
Los culpamos a ellos de no agradecer ante las muestras de afecto o la responsabilidad de alimentarlos que depositamos en ellos, sin pensar que tienen su propia forma de manifestarse o sentir el afecto. El agradecimiento como lo reconocemos es un sentimiento inherente solo a individuos, nunca un gato podría ser agradecido de la misma forma que un humano, y lo utilizo como ejemplo porque siempre escuchamos ese estigma que sobrevive sobre los felinos acerca de que cierran los ojos para no ver cuando es acariciado. Así lo afirman infinidad personas, sin que tenga que ver con el grado de instrucción que posean, como si la sentencia fuese la prueba más contundente de la evidencia que dice que apadrinar a un gato es, además de perder el tiempo, una acción sin recompensa.
Muchas veces no nos damos cuenta de la realidad, o es que la realidad que percibimos es la que nos viene dada por la transculturación, así se trasladan de padres a hijos, de nietos y biznietos, tradiciones y creencias que nada tienen que ver con esa realidad, y sin importar que estemos en el siglo veintiuno y las tecnologías e investigaciones demuestren lo contrario, hay quienes siguen midiendo a los gatos por su comportamiento y los señalan como desvergonzados porque entornan los ojos cuando le acaricias el lomo o le das de comer. Entonces vamos allá.
Leyendo un artículo acerca de los placeres de la vida veo que cerrar los ojos cuando se está ante algo agradable es un acto involuntario y casi ineludible entre las personas, lo resumo en estas pocas líneas aunque el texto es más abarcador al bucear en las interconexiones del subconsciente y la parte emocional de los individuos, entonces tenemos que besar, paladear algo sabroso, tocar una superficie agradable, sentir en el cuerpo un roce suave, etc., etc., son sensaciones que nos llevan a un éxtasis transitorio cuya consecuencia implica una involuntaria disposición a cerrar los ojos.
Como el artículo solo se refiere a los seres humanos, intuyo, reflexiono, pregono y me dejo llevar por mis propios análisis para buscar respuestas sobre las razones que tiene un gato para cerrar los ojos ante el placer, fíjense que no me refiero a un ataque de otro animal o a la agresión que le infringe el hombre, el punto es el goce explícito y tangible, y esas observaciones aportan las respuestas sobre las conductas animales, es de ahí de donde hago la apuesta para afirmar lo tan equivocados que están al decir que el gato es un desagradecido o un sinvergüenza, es todo lo contrario, si come o lo acarician su deleite es tan grandioso como puede ser su gratitud, y como no tiene voz ni palabras para expresarlo, cierra sus ojos libremente.
Tan así de sencillo, pero solo para mentes inteligentes o abiertas a ampliar sus conocimientos sobre animales, no piense que escribir una sección con este tema tal parezca cosa de tontos, no es así, por opiniones tan absurdas se han cometido en este planeta los actos de crueldad más viles contra los gatos, a lo largo de los siglos que nos acompañan han padecido y padecen por las leyendas y fantasías que alrededor de ellos han levantado los seres humanos, como esa de lanzarlos desde un piso alto siete veces por aquello de que nunca morirán si poseen más vidas de repuesto que un carro.
Pero lo más triste es que la población gatuna sufre del exterminio al que los condenamos, impávidos ante su dolor si son heridos o insensibles con los bebés abandonados, no existe en esta ciudad, ni en otra del país un contenedor de basura sin un montón de gatos alrededor, esperando por el alimento que tiran los moradores de la zona, y realmente les digo que no tengo ahora la fórmula mágica para evitar la reproducción que no sea la esterilización, aunque no es suficiente la que se hace en los municipios por los grupos, asociaciones y proyectos, la falta de medicamentos, veterinarios que estén dispuestos a colaborar en la tarea o la logística, entre otras cosas, impiden a veces que se lleven a cabo más campañas en el país.
Pienso que ante esta triste situación de abandono, maltrato, calumnia, y desprovistos de una Ley que vele por el bienestar animal en el país, esas siete vidas que se suponen tienen los gatos de nada les serviría si no tienen en ellas ni un poco de felicidad.
Les dejo el tema como tarea.
Y recuerden que sus mensajes pueden ayudar a cambiar muchas cosas, los temas que aquí se traten serán mucho más útiles e interesantes si me escribes a: grillosazules@gmail.com