Las psitácidas son una buena opción si estás pensado adquirir una mascota. Además de ser muy dóciles, son muy inteligentes y a eso le puedes sacar mucho partido. Como esta categoría de loros aprende muy rápido, el paso más importante es saber cómo adiestrarle. Es preciso considerar que estamos ante animales que necesitan una serie de cuidados especiales, porque al encontrarse dentro de una jaula, tienen que sentirse bien atendidos y muy queridos.
La tarea de conseguir desarrollar la inteligencia de estos loritos es cuestión de tiempo y un poco de paciencia, sobre todo con los que no han recibido cuidados humanos desde pequeños, más reacios a aprender puesto que no están acostumbrados a la cautividad.
No todos quieren hablar
Hay muchos loros que son muy reticentes a hablar, y, de hecho, no todos llegan a hacerlo. Su inteligencia les permite decidir si quieren o no dar ese paso, pero que no lo hagan no significa que sean más tontos. Todo es cuestión de la disposición a la sociabilidad de la que haga gala, aspecto que se muestra en diferente medida según el caso.
Es aconsejable que no le obligues ni le agobies para conseguirlo, porque sino, lo único que conseguirás será que deshaga el vínculo que os unía y rehúse tu compañía. Si verdaderamente quieres ser partícipe de esta experiencia, lo ideal es informarte sobre las especies más adecuadas. Por ejemplo, los más parlanchines son los loros Grises Africanos o "Yakos" y los que no hablan son los loros con cola larga Sol.
Cuándo comenzar con su aprendizaje
Cuando mejor aprenden es en la infancia, concretamente, cuando dejan de alimentarse de papillas. Así, se empiezan a acostumbrar y lo toman como parte de su vida cotidiana. Si has adquirido un ejemplar mayor, primero hay que averiguar si ha tenido un tutor anterior y, en caso positivo, averiguar hasta dónde ha llegado su aprendizaje.
Tienes que conseguir que el loro te vea como a un semejante y no como a un ser diferente. Un buen truco es suministrarle una dieta similar a la de los seres humanos. Esto no es fácil de lograr cuando se ha criado sin personas alrededor: ya no le dará la significación que esperamos y, en consecuencia, el vínculo que se establezca será menor del esperado. El loro asimila la especie a la que pertenece en sus primeros días de vida, por lo que el contacto humano es muy importante.
Primero, consigue su confianza
Lo primero a lo que tienes que acostumbrar a tu psitácida es al entorno del que se va rodear durante su vida (ruidos, personas, etc.). Una vez que sientas que el loro está acomodado, significa que su seguridad ha aumentado de forma considerable y que está dispuesto a trabajar contigo. Esta es la forma más sencilla de comenzar, porque ve a sus adiestradores como candidatos de su grupo, ya que no ofrecen síntomas de agresividad contra él.
Hay que situar al animal en un lugar de nuestra casa que sea tranquilo pero a la vez transitado y a una altura que le de seguridad, como por ejemplo, a la altura de nuestra vista, porque si lo pones más bajo es síntoma de inferioridad (tampoco es conveniente que se crea superior). No lo agobies ni dejes que la gente se amontone a su alrededor esperando a que diga o haga algo, porque, entonces, decidirá no formar parte de ese grupo en el que estamos nosotros.
La siguiente fase consiste en que la persona que se va a encargar de enseñarle a hablar, pase de forma continuada por delante de él y le dedique unas palabritas en un tono que no sea muy alto para que no se asuste, y dándole una entonación especial, para que la recuerde. Una vez adaptado a esto, damos paso a la atención. Si vemos que no articula palabra, nos fijaremos en cuál es su comida favorita y se la daremos hasta que la coja de nuestra propia mano como signo de confianza.
La paciencia es imprescindible
Una vez conseguida esa familiaridad, es más fácil lograr que hable, pero como en todo, requiere su tiempo. La característica más importante para lograrlo es la paciencia: sin ella es muy complicado poder adiestrar a tu emplumado amigo. Estas serían las pautas paso a paso para que tus esfuerzos den su fruto:
Antes de nada, no le enseñes a silbar sin que antes haya aprendido a hablar. Es mejor que se lo enseñes cuando todo este proceso haya terminado, porque si no, al ver que el silbido es más fácil, se negará a pronunciar palabra.
La primera palabra que suelen aprender es “Hola”. Es una palabra corta que, si se la repites varias veces al día de forma clara y articulada correctamente, no tendrá problema en repetirla.
Tienes que elegir el momento en el que ponga en ti toda su atención, porque si no te escucha, estarás intentándolo en vano.
Es preferible utilizar la misma palabra base para cada cosa, así él asociará de forma más sencilla el aprendizaje con este término. Por ejemplo, asociar la comida con la palabra quiero, así la palabra base ya la tiene, luego añadimos pera, manzana, etc.
¿Repiten o entienden?
Los loros tienen fama de ser animales repetidores, pero porque desde siempre hemos tenido la certeza de que no entienden lo que nos dicen. Hay muchas divergencias sobre este tema, ya que unos expertos dicen que se dedican a repetir y que tienen muy buena memoria, mientras que estudios recientes han demostrado que nuestros amigos parlanchines comprenden lo que les decimos y ellos son capaces de decir la misma frase en un contexto diferente.
En definitiva, sea como sea, se trata de una de las aves más inteligentes que se conocen, porque realizan un gran esfuerzo por parecerse el máximo posible a la persona que lo trata y lo cuida, ya que la ve como un líder y una persona que le quiere y le cuida. Además han llegado a asemejar su inteligencia con la de los delfines o los primates.
Conseguir que un loro hable no es imposible. Sólo hace falta una buena dosis de perseverancia y lograrás un ave distinta a las demás que te recompensa con una grata compañía y, además te proporcionará instantes muy divertidos.
Fuentes de información: Ilustrados.com; Redargentina.com