La llegada de un hijo es una experiencia inefable: traes una vida al mundo, una vida impredecible. Resulta imposible vaticinar algún aspecto sobre su futuro, ¿será alto o bajo? ¿le gustará el deporte? ¿y las matemáticas?...
La mente de los padres novatos es un mare magnum de pensamientos que fluctúan entre el amor, la preocupación y la auto-exigencia. ¿Sabré criarlo bien? Es solo una de las muchas inquietudes que generan tanto desazón en ese instante. Barajan la posibilidad de que surjan imprevistos fuera de su control, quizás el pequeño sufra diabetes, asma o quién sabe qué, pero la posibilidad de padecer una enfermedad neuromuscular no es una opción que deambule por la cabeza. Hasta que llega el primer diagnóstico. No viene solo: le acompaña una copiosa aflicción y la frustración de querer darle lo mejor al pequeño, mientras la circunstancias lo impiden. Es como estar paralizado frente a la disposición de sacrificar cualquier cosa para ayudarle y tener la sensación de que todo esfuerzo sería en vano, porque no emprenden investigaciones, no existe tratamiento, ni tampoco cura.
Entre tanto desaliento aparece la Fundación Carolina Díez Mahou al rescate de la esperanza que parecía perdida. Esos padres ya no están solos, hay otras familias con las que compartir experiencias, un equipo de expertos involucrados al cien por cien, una red de personas y terapias capaces de infundir prosperidad... Es el caso de Paula, una niña de tan solo tres años que encarna las ganas de vivir. Al mirarla, olvidamos la acepción catastrófica que tenemos sobre la enfermedad: en su lugar, apreciamos la sonrisa de una pequeña que juguetea con entusiasmo. Nos recuerda que todos debemos colaborar, que no podemos abandonar la lucha ni reducirla a un trabajo individual. Somos una sociedad y vivimos en un estado de bienestar que debe garantizar la equidad. “Hay familias en la misma situación que no puede permitirse todos los cuidados necesarios”, afirma Carlota Muñoz, madre de Paula. Si existe un concepto idóneo para describir la actitud de su hija es el de ‘resiliencia’ , en especial, desde que participa en el proyecto "Un perro, un niño feliz”, desde su inicio en la fundación hace seis meses.
¿Qué es la perroterapia?
Es un tipo de terapia dirigida por un profesional donde el perro interviene como herramienta para facilitar unos objetivos preestablecidos. A veces, las actividades no están relacionadas con el animal, aun siendo un gran un apoyo motivacional. "Es como si el fisioterapeuta utilizase un juguete para atraer al niño", señala Carolina. -Entonces, ¿por qué es tan especial este método?-"Se trata de menores inmersos en rutinas terapéuticas, pero aquí el ambiente es más social, sienten que están jugando y, además, sociabilizan".
"Un perro, un niño feliz"
Los encargados de las sesiones han sido los técnicos, con la colaboración de la misma directora de Perros azules (una asociación sin ánimo de lucro activa desde 2012) y -en concreto- de este programa. El proyecto ha evolucionado gracias al soporte de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), secundando la investigación, supervisión y compromiso, entre otras aportaciones; junto con Dingonatura, la empresa de alimentación de perros y gatos que financia el programa y que ha hecho posible su puesta en marcha.El proyecto surge con la intención de optimizar la calidad de vida de los niños afectados, atendiendo a todas sus complejidades y peculiaridades para permitirles alcanzar un potencial máximo de desarrollo con la incorporación de los canes como elemento motivador. Las sesiones suelen tener una estructura fija que consta de la presentación de la actividad por parte del experto, la interposición de los animales, ejecución de la tarea específica, despedida y, por último, cierre. Cada una de las sesiones quincenales (realizadas dos veces al mes) cuentan con una duración de cuarenta y cinco minutos.
¿Qué beneficios han sido observados? Gracias a la creación de un ambiente adecuado, las intervenciones han favorecido tanto a los perros como a los pequeños, quienes han experimentado un menor índice de estrés, mejor desarrollo de las habilidades sociales e interacción en grupo, mayor estimulación, así como incremento de la memoria sostenida (con bajo índice de frustración durante el progreso).
Oficina Intervenciones Asistidas con Animales URJC
Es la única oficina de esta categoría que existe en toda Europa. Aflora desde el vicerrectorado de Extensión Universitaria, bajo la dirección de Israel Gonzalez García, precursor de la innovadora idea. La directora de investigación de la oficina, por su parte, se ha encargado -entre otras labores- de recopilar infinidad de datos correspondientes a diversas entidades, probando así la ausencia de resultados científicos e información rigurosa que la misma Universidad se encomendará de ofrecer.El vicerrector justifica el fin social con la premisa de "lo que los ciudadanos aportan a la universidad (recursos humanos, materiales...), debemos tratar de devolverlo a la sociedad".
Enfermedades neuromusculares
Se trata de afecciones neurológicas, consideradas como "enfermedades raras", caracterizadas por el detrimento de la fuerza física. La escasez de investigaciones y estudios concluyentes no solo ha derivado en la carencia de una posible cura, sino también, de un tratamiento. Por regla general, son genéticas, a pesar de que no se conoce -con precisión- su origen.Si quieres ahondar más en la materia, te recomendamos una guía de "enfermedades neuromusculares" muy accesible.