Y comento esto, porque yo me veo convalenciente por la mala cabeza de quién gestionó mi dieta, y por supuesto, por mi natural tendencia a la glotonería. Quizás, lo que más nos diferencia es nuestro aparato digestivo: somos carnívoros, pero no tenemos vesícula, lo que deja nuestro hígado y nuestro páncreas (entre otros problemas) más expuesto a la acumulación de grasas.
Esta diferencia hace que la naturaleza nos haya dotado con una mayor acidez en los jugos de nuestro estómago para hacer unas digestiones mas rápidas que la de los humanos.
Ahora bien, naturaleza y domesticación no van de la mano, y por adaptación los perros nos hemos hecho onmívoros, circunstancia que nos plantea mil y un problemas. Como por ejemplo nuestra dificultad para digerir los carbohidratos complejos (como el almidón), determinados azúcares y alcohol. Nuestra saliva no tiene encimas -concretamente la amilasa-, lo que nos impide que hagamos una predigestión en la boca. Esos alimentos van directamente al estómago donde se eternizan en la digestión (si es que llegan a hacerlo), y aqui empieza una cadena que puede ser de fatales consecuencias para nosotros.
Total, que un amigo de dos patas que con su mejor voluntad nos quiere tratar como a un igual, acaba por hacernos un verdadero estropicio. Asi que, gente que andais erguida, pensad en que la diferencia nos obliga -aunque prefiramos vuestra dieta- a llevar una alimentación diferente.
Y como no me quiero poner trascendente.... es verdad que algunos se acaban pareciendo demasiado a nosotros.
Joe Cocker