La respuesta es triste, pero cierta. El perro vagabundo es el animal que tenía un hogar hasta que un día su dueño le abandonó. Suelen estar por las calles de nuestras ciudades, durmiendo en las plazas, buscando entre la basura o en vertederos. Todo esto lo vemos habitualmente y a nadie le extraña, es como si formaran parte del paisaje. Si preguntamos por estas ex-mascotas, nos las describirán como chuchos, mestizos, cruces de razas, etc.
La gente suele pensar que los canes mestizos son razas degeneradas, menos perros que los de pura raza, pero no es así. Cuando observamos a uno de estos híbridos, o perros vagabundos, intentamos identificar las razas que componen su genealogía. Aunque un cánido no parezca de pura raza, no quiere decir que sea un producto de un cruce de varias, ya que un ejemplar, aun siendo vagabundo, no necesariamente ha de ser mestizo. Además, son muy aptos para el adiestramiento en distintos niveles.
En la calle
La nueva vida de un perro al que han abandonado va a ser dura. Entre otros motivos, antes de ser abandonado no tenía que cazar para vivir. Ahora tendrá que buscar la comida, acostumbrarse al clima de la calle, al verano y al invierno. Quizás antes tenía una cama o una caseta, mientras que ahora lo mejor que tendrá será un cartón, si es que lo encuentra.
No todos los perros que han tenido dueño son válidos para buscarse la vida en solitario. A parte de buscar comida, tendrá que sobrevivir a peleas, al peligro de ser atropellado por un coche... Toda una aventura diaria, y sólo los más capaces lo conseguirán: el resto se quedarán en el camino.
¿Agresivos o miedosos?
En el caso de conseguir sobrevivir, hay que considerar que en ocasiones se forman bandas de perros callejeros. Suelen ser ejemplares discretos que quieren pasar desapercibidos entre nosotros. Entre ellos se reparten el espacio y eligen su sitio. Si alguien quiere acariciarlos, normalmente rehuyen el contacto de las personas, sobre todo los que han recibido alguna patada gratuita por parte de algún viandante.
Se trata de perros recelosos, por lo tanto el miedo es un factor a tener en cuenta: ese temor es el que les hará mordernos al intentar llegar a ellos. Otra razón por la que el can vagabundo puede ser agresivo es por la calidad de la comida. Se asumirán mayores riesgos para conseguir alimento de mayor calidad y se luchará por el mismo. En nuestras ciudades, la basura está repleta de manjares para ellos. Es aconsejable mantenerse lejos de un perro que rebusca en un contenedor: puede pensar que le queremos quitar su menú y atacar.
Cuídalo, no lo abandones
Los perros no deben ser abandonados. Puede que tu capricho de hoy, no sobreviva mucho fuera de casa. No obstante, si no queda más remedio, hay que esforzarse en buscarle un nuevo dueño que lo atienda correctamente, o bien dejarlo en una protectora o albergue. Antes de abrir la puerta a un animal de compañía que está en la calle, piensa en todo el trabajo que te dará. Si eres capaz de dedicarle el tiempo y los cuidados que necesita, acógelo. Si no estás preparado, pasa de largo y deja al perro tranquilo, que él no te ha llamado.
Los gestos de acogida contribuyen a que las ciudades dejen de estar plagadas de perros abandonados, agrupados como zapatos viejos que un día nos gustaron mucho, pero que después de usarlos han dejado de servirnos. Sin embargo, existe una diferencia fundamental: aunque a muchos les parezca mentira, un perro callejero tiene sentimientos y sus posibles conductas anómalas son la consecuencia de la falta de responsabilidad del hombre, una lacra que resulta dañina no sólo para el perro, sino para todas las personas a las que les gustan los animales.