A través del tiempo que llevo como adiestrador canino, son muchas las personas que me han hecho esta pregunta.
La respuesta nunca ha sido fácil, ya que en la mente del adiestrador anida el sentimiento de que quizás de la respuesta que uno ofrezca dependa la elección del cliente para contratar el servicio, y aunque en la mayoría de las ocasiones el dueño del perro ya tiene una decisión tomada, puede ser que realmente esté valorando la necesidad de gastar una buena cantidad de recursos, y realmente requiere de una justificación válida. Trataré de dar una respuesta honesta eliminando de mi mente el aspecto comercial para el profesional del adiestramiento.
A lo largo de la historia el perro ha cumplido con diferentes trabajos al lado del ser humano. El hombre primitivo mantenía a los perros para que lo auxiliaran en la labor de caza, compartiendo con ellos la presa obtenida, sin duda esa fue la razón principal de ser del binomio perro-hombre. Después se dio cuenta de que el perro custodiaba sus viviendas del ataque de otros depredadores, ahí comenzó su valía como guardián. En las sociedades modernas el humano ya no sale a cazar, al menos como algo necesario para su supervivencia, sin embargo los perros siguen custodiando nuestros hogares, el perro cumple hoy con otra función que es la compañía. Existen muchas personas cuya única compañía es un perro.
El perro actual difiere mucho de su antepasado primitivo, ya no es necesario un perro con la ferocidad del de antaño si sólo va a ser un compañero, entonces el humano desarrolló por selección artificial algunos centenares de razas que le permiten al perro adaptarse a las nuevas condiciones de vida, de esta manera especializó sus funciones seleccionando el ejemplar más adecuado para lo que se requiere de forma individual: los perros más grandes para resguardar la casa, los medianos para el deporte y los enanos para simplemente disfrutar de su cariño.
Las razas hay que recordarlo, son obtenidas artificialmente, no de forma natural, esto implica imperfecciones en el instinto que deben ser corregidas, ya que se está luchando contra millones de años de evolución. Afortunadamente la mayor parte del instinto puede ser aprovechado por sus dueños, pero lo difícil es controlar esa pequeña parte que no nos gusta. El tener funciones específicas por raza ayuda: aunque tenemos que enseñarle al perro esas funciones para que las pueda cumplir eficientemente. Esa es la labor de los adiestradores, aprovechar los instintos del perro para una determinada tarea y suprimir los que estorban en este sentido.
Por ejemplo: el instinto de presa del perro lo empuja a ir tras de una pelota, pero ese mismo instinto le dicta que al atrapar la presa debe protegerla de otros depredadores, entonces nuestro cachorro va a correr tras de la pelota, pero al tenerla en su hocico va a esconderse para que no se la quitemos, el adiestrador utiliza entonces una recompensa que puede ser una caricia o comida para convencer al perro de que es mejor entregar la presa a cambio de algo más atractivo.
Otro ejemplo: el perro tiene un instinto de defensa de su territorio, que lo impulsa a morder a los extraños que invadan sus terrenos, pero si ese extraño es un amigo que viene a visitarnos, se vuelve un problema, a menos que no queramos que nos visiten, entonces hay que llamar al adiestrador, él le va a enseñar al perro a reprimir este instinto con una orden, para que de esta forma nuestros amigos puedan pasar sin temor de quedarse sin un brazo o una pierna.
Esto tiene que ver directamente con problemas de conducta, pero usted puede decir: mi perro se porta bien, ¿que necesidad tengo del adiestrador?
Se lo planteo de esta manera: Seguramente usted tiene o conoce niños en edad escolar, si uno de sus hijos es muy inteligente ¿dejaría de enviarlo a la escuela? Seguramente no diría –Es muy inteligente, ¿para que llevarlo a la escuela, si se porta bien? Obviamente esto no pasaría por su mente con sus hijos, ¿por que el perro es diferente? El entrenamiento provee a su perro de herramientas para hacer mejor tanto su vida como la de su dueño, ¿Por qué privarlo de la oportunidad de estar preparado? A un perro sin educación normalmente le espera la calle y al abandono. Ayude a su mejor amigo a ser mejor con un poco de educación.
Se lo voy a poner de esta otra forma: ¿que le parecería si lo encerraran a usted en un patio de dos por dos metros? ¿se sentiría atrapado? lo más seguro es que sí, ¿o que le parecería una cárcel más espaciosa? un jardín grande con arbolitos de cien metros cuadrados, ¿no dicen que aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión?
El perro se adapta maravillosamente a estas condiciones de encierro; esto significa que no se muere, pero obviamente busca alguna forma de liberar la energía acumulada por estar encerrado, y comienza actividades tales como morder objetos dejados por ahí tales como zapatos, ropa, la lavadora o el coche. Si le pegamos no se soluciona el problema, sólo se transfiere, el perro puede comenzar una hiperactividad sexual con las piernas de quien esté disponible, si nuevamente ejercemos la represión, el perro puede automutilarse o enfermar para escapar de esa tensión por el encierro. ¿Cual es la solución? Dotar al perro de una actividad que le permita desahogar esas energías de una manera más sana y además divertida, tanto para él como para el dueño. Ahí es cuando se debe llamar al adiestrador y cuando surge la pregunta: ¿POR QUÉ DEBO ADIESTRAR A MI PERRO? y la respuesta mas honesta que se me ocurre es:
PARA QUE SEAN TODOS MÁS FELICES.