La medicina sigue avanzando, pero no solo para las personas: por suerte, también avanza para los perros. Es el caso de Riley, que sufría una grave artritis canina a la edad de cuatro años, una condición que no lo dejaba correr y jugar con libertad.
En el año 2010, en Reino Unido, los médicos extrajeron células madre de su propia grasa, y el perrito, un querido golden retriever, pasó por la cirugía. Los médicos esperaban que estas células ayudaran a reparar el tejido dañado en las articulaciones, para así conseguir que su calidad de vida mejorara.
Riley comenzó su recuperación rápidamente, y en un mes ya se movía sin dificultad y por fin podía jugar como el perro feliz que era. El proceso se consideró un éxito absoluto.
Este es solo uno de los primeros ejemplos del uso de células madre para tratar animales, no solo humanos, y abre nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades. Todavía queda mucho por investigar, pero es posible que podamos ayudar a perros como Riley, con problemas articulares, e incluso lleguemos mucho más allá.
¿Quién sabe? Quizá estemos a un paso de aliviar dolencias congénitas como por ejemplo la displasia de cadera en el pastor alemán, ¡y eso solo para empezar!
Marcos Mendoza
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