El proestro se prolonga alrededor de nueve días, y básicamente se caracteriza por los primeros escapes y un ligero hinchazón de la vulva. Los machos se sienten atraidos por las feromonas expulsadas, pero la hembra no permite su acercamiento y antepone su cola frente al macho que intente montarla. La perra todavía no ha ovulado y rechaza cualquier monta porque sería inutil para reproducirse.
En el estro sí será fértil y permitirá la monta, esto se produce durante los nueve días siguientes, en los cuales la inflamación persiste e incluso aumenta, pero el sangrado disminuye. Los cambios hormonales que sufren las perras a lo largo de todo el ciclo afectan a su comportamiento, y mientras anteriormente podía mostrarse agresiva, en esta etapa será más pasiva.
En el diestro pueden ocurrir dos cosas: que haya sido fecundada y que por tanto se lleve a cabo la gestación, o que no lo haya sido. En ambos casos ya no son atractivas para los machos. Existen casos en los que sin haber sido incluso montada, produzcan leche materna. Se trata simplemente de un mecanismo heredado de los lobos por si las hembras que hubieran gestado no pudieran amamantar a sus crias. El problema es que algunas perras pueden llegar a creerse que han parido y tratar a algún objeto como si fuera su cachorro. Es lo que se conoce como pseudogestación y puede originar problemas de agresividad hacia quien se acerque al objeto, o quistes mamarios y tumores.
La útlima fase es la del anestro, que se alarga más de los dos meses. El nivel hormonal vuelve a sus parámetros normales y la perra vive un periodo de inactividad o reposo sexual tras el que volverá a empezar el ciclo estral de nuevo.
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