La raza de perros Springer Spaniel (también conocidos como Springer Spaniel Ingleses) encuentra su origen, tal y como dice su nombre, en España, pero lo más seguro es que se estandarizaran en Gran Bretaña, y de ahí la anotación “ingleses”. De hecho estos perros estaban en Inglaterra ya por el siglo XVII, como demuestran algunos murales y pinturas.
Originalmente los Springer Spaniel se llamaban Norkfolk Spaniel, pero su actual nombre cambió a raíz de sus tareas. “Springing” significa más o menos “hacer saltar y salir”, refiriéndose a cómo hacían que las presas salieran de sus escondites. Al fin y al cabo, como buena parte de los spaniel, su primera función es como cazador: rastrear, perseguir y llevar las presas a sus dueños. Seguramente por eso eran tan apreciados.
Este perro es idóneo para una gran cantidad de tareas. Es, como resulta lógico, un gran rastreador y cazador, pero también es muy bueno en torneos de agilidad gracias a su constitución equilibrada, y su natural belleza lo convierte en uno de los perros más apreciados en las competencias de conformación. ¡Y no todo son concursos! En casa sigue siendo un perro muy útil: advierte de las visitas, cuida la casa y, desde luego, bien adiestrado es una muy grata compañía.
Gracias a una personalidad cariñosa, afectiva y muy cercana, este animal suele estar muy apegado a su propietario y a la familia en general, lo que lo convierte en un perro muy fácil de educar. ¡Siempre tiene ganas de complacer! Además se lleva bien con los niños y también con otros animales domésticos, aunque eso sí: no suelen estar demasiado cómodos con otros perros del mismo sexo.
El Springer Spaniel es un animal muy fácil de adiestrar, porque tiene muchas ganas de ser útil y de hacer feliz a su dueño. Con paciencia, firmeza y un sistema de recompensas para los buenos comportamientos, lograremos el perro más dócil y bien educado.
Si quieres saber más sobre el adiestramiento de la raza Springer Spaniel, entra aquí:
http://perro-obediente.com/razas-de-perros/secretos-springer-spaniel.html
Saludos,
Marcos Mendoza