El tumor de mama es una de las enfermedades más extendidas y temidas hoy en día, puesto que su incidencia es bastante elevada y el tumor puede llegar a ser muy agresivo. Se calcula que aproximadamente entre el 35% y el 50% de los tumores mamarios caninos son malignos. Si hablamos de los gatos, este índice se eleva hasta el 90% de los casos.
Contrariamente a lo que puede parecer, aunque los tumores mamarios afectan en mayor medida a las perras, también se pueden dar casos de perros con cáncer. Asimismo, el tumos de mama es menos frecuente en gatos, que sólo suponen un tercio de los casos de este tipo de cáncer.
¿Qué son los tumores mamarios?
Los tumores mamarios malignos crecen a través de los vasos sanguíneos y linfáticos, llegando a los ganglios linfáticos y a los pulmones. Aunque no se conoce el origen, se sabe que muchos de ellos son hormonodependientes, es decir, las hormonas responsables de crear estrógenos ayudan a desarrollar el tumor. En la mayoría de los casos se puede prevenir si se realiza una ovariohisterectomía (intervención en la cual retiramos el útero y los ovarios) antes del primer año de vida. También pueden influir en su desarrollo la administración de tratamientos con progesterona.La clasificación del tumor puede ser realizada mediante una citología o remitiendo las pruebas a un laboratorio especializado. Normalmente, los tumores malignos presentan unas características comunes como: rápido crecimiento, consistencia dura e irregular y úlceras, entre otros. Lo más recomendable es no precipitarse hasta conocer los resultados definitivos.
Mayor incidencia
Lógicamente, este tipo de enfermedades está más presente en las gatas y en las perras que en los machos. Dentro de los canes, existen razas con mayor predisposición: el Caniche, el Boston Terrier, el Fox Terrier, el Airedale Terrier, el Samoyedo, el Pointer, el Golden Retriever, el Setter y el Cocker Spaniel, entre otros. En lo relativo a la edad, los animales con más riego son las hembras sin esterilizar de mediana edad, puesto que la edad media de aparición gira en torno a los diez años. A medida que aumenta la edad, aumenta el riesgo de padecer esta enfermedad.El diagnóstico de la enfermedad
Es frecuente establecer el diagnóstico durante un examen rutinario, no siendo habitual la consulta como consecuencia del tumor. En algunos casos más avanzados el motivo de consulta es una claudicación (cojera) o disnea (respiración dificultosa) como consecuencia de una metástasis pulmonar. Las zonas más habituales donde podemos detectarlo son las mamas y palpando los ganglios de las axilas.
Una vez analizado el tumor, el especialista decidirá cuál es el tratamiento más adecuado para cada caso. Por ejemplo, para tratar tumores benignos, el tratamiento quirúrgico es favorable. En el caso de que sean malignos, depende en gran medida del tipo tumoral y del estadio del mismo. Otros mecanismos de detección muy eficaces son las radiografías de tórax, que revelan la metástasis en pulmón, y la ecografía, que muestra una posible metástasis a nivel linfático. Por el contrario, los cambios en las analíticas de sangre no son concluyentes.
Los tratamientos actuales
Lo primero es hacer una distinción entre tratamiento médico y quirúrgico. El primero de ellos, se aplica cuando el tumor no es operable y suele basarse en sesiones de quimioterapia para intentar controlar el crecimiento del mismo. La segunda opción es la más utilizada y efectiva. Consiste en una intervención quirúrgica para eliminar el tejido tumoral.En algunos casos se hace imprescindible una segunda intervención, sobre todo si hay que eliminar todas las mamas. También podemos realizar la ovariohisterectomía (extirpar los ovarios) en el momento de la extracción tumoral. Aunque esta última técnica no previene el desarrollo de nuevos tumores.
El postoperatorio y los riesgos
Tras la cirugía debe seguirse un tratamiento antibiótico y antiinflamatorio. Además, durante los primeros cuatro o cinco días es de gran utilidad un vendaje abdominal para evitar la formación de edemas, el cual debe ser retirado y cambiado a diario. Los puntos se retiran ocho o diez días después de la operación. Si el animal padecía un tumor maligno, debemos acudir a revisión cada tres meses para evitar su reaparición. Las complicaciones pueden ser muy variadas, entre ellas las más comunes son: el edema, el dolor, la inflamación, la hemorragia, la dehiscencia (cuando se abren los puntos) y la recurrencia tumoral. Entre el 20% y el 73% de las perras operadas, vuelven a presentar tumores en los dos años posteriores a la intervención.Aunque el tumor de mama puede ser mortal, las revisiones periódicas con el veterinario pueden hacer que sea detectado en un estadio temprano, lo que hará que sea más fácil operar y extirparlo de un modo seguro. Por ello, ante esta patología lo mejor es la prevención.
Imágenes/Flickr (por orden de aparición): Mythic Seabass, Ykatsuu, Daoro