En primer lugar, no todos los medios de transporte admiten animales de compañía, por lo que deberás informarte previamente y con bastante antelación de todos los trámites, así como de la documentación necesaria para realizar viajes en avión, en barco o en tren. Por otra parte, si el vehículo es de carácter privado, no tendrás que invertir tiempo en papeleo, pero sí en seguir una serie de pautas para que el trayecto concluya con un final feliz.
Cinetosis: inestabilidad por movimiento
Seguramente, alguno de nosotros experimentó de niño una sensación ciertamente desagradable producida por la inestabilidad del coche. Se trata de un estímulo que guarda una estrecha relación con nuestro sentido del equilibrio. Los frenazos, las curvas, los acelerones, los cambios de marcha... El ritmo desigual altera la percepción sensorial debido a la contradicción entre las diversas señales, dando lugar a un trastorno denominado cinetosis, caracterizado por el mareo que provoca el desplazamiento en el vehículo.
Cristina López Lamas, del Centro Veterinario A Marosa señala como responsable directo al oído: "imaginemos que en su interior hay una especie de recipiente lleno de líquido que en condiciones de estabilidad está tranquilo, pero cuando se produce cualquier alteración (agitaciones, traumatismos...), hay un movimiento en ese líquido, provocando inestabilidad y esa sensación de mareo".
Hay testimonios para todos los gustos: hay perros que adoran pasear en coche y otros para los que supone un auténtico trauma. Si nuestro amigo pertenece al segundo grupo, notaremos su nerviosismo e inquietud cuando llegue el momento de la verdad. Según López Lamas, la aprehensión e intranquilidad son notables, al igual que los quejidos. Hay muchos canes que odian el automóvil porque los dueños lo utilizan para llevarles al veterinario, por lo que supondrá un reto hacerle entender que después del trayecto le espera un mundo de aventuras y de diversión al aire libre. Ten en cuenta que los mareos son perfectamente normales desde el punto de vista fisiológico, pero también se explican debido a la falta de costumbre.
Familiarizarle con el coche
Existen muchas posibilidades de que tu amigo deje un recuerdo en la tapicería de tu coche si la primera vez que monta en el mismo es para emprender un viaje de larga duración. La experiencia puede convertirse en una auténtica tortura para él, tanto que es posible que desarrolle a partir de ese momento una fobia eterna hacia los automóviles. Lo más recomendable es acostumbrarle desde cachorro a través de una pauta sencilla pero, antes de nada, asegúrate de que la ubicación de tu mascota es acorde a la normativa. No está de más que coloques una toalla por si su centro emético le juega una mala pasada. En el caso de los felinos domésticos, puedes colocar trapos o periódicos dentro del trasportín.
La primera vez que tu perro suba contigo al automóvil, deberás guiarle con cariño hacia el interior. "Para evitar que tenga miedo -señala López Lamas-, hay que permitir que se acerque, comience a olfatear... Sin forzarlo, lo invitaremos a subir". Deja pasar cinco minutos y, si tu perro responde bien, prémiale y bájale del coche. Acto seguido, repite la operación pero, esta vez, enciende el motor. Quédate parado, sin iniciar la marcha. Si a los cinco minutos tu can permanece impasible a la vibración, vuelve a recompensarle con una golosina.
El tercer intento es la prueba de fuego: deberás cubrir un trayecto corto, "preferentemente a la plaza o parque favorito, donde se jugará con él antes de regresar al hogar. De esta manera el animal irá creando una asociación positiva y sabrá que después del viaje le espera algo agradable". Si supera el experimento, lo único que tendrás que hacer es ir aumentando la distancia recorrida poco a poco hasta el día oficial de viaje. Cuando llegue ese día, es importante que tu mascota haya comido al final del día anterior (si la salida es a primera hora de la mañana) y que no ingiera alimento hasta llegar a su destino. No obstante, si el viaje es muy largo, a las cuatro o cinco horas el animal deberá ingerir algo de comida, preferiblemente seca. Asimismo, habrá que hacer paradas cada dos o tres horas para que pueda beber agua, estirarse y hacer sus necesidades.
El veterinario puede ayudarte
Aunque resulta más adecuado que tu perro o gato se adapte de modo natural a esta clase de desplazamientos, debemos ser conscientes de los síntomas que preceden al vómito. Por norma general, el malestar ante los vaivenes se manifiesta a través de un babeo abundante. La salivación es una respuesta muy típica que continúa según aumenta la velocidad, dando comienzo las primeras náuseas. Si has probado todos los trucos para que no sufra cinetosis, no emprendas el viaje sin visitar antes al veterinario.
Existen diversos fármacos, generalmente tranquilizantes con acción sedante y antiemética, cuya dosis y horario de toma deberán estar siempre estipuladas por el médico, puesto que cada caso requiere una posología diferente. La experta del Centro Veterinario A Marosa comenta que las fenotiacinas son las más recurrentes en estos casos. Seguramente, personas con ánimo de ayudarte al haber pasado por una situación similar, te recomendarán comprimidos como Calmivet o Calmosedan, pero es vital que acudas a un profesional de salud animal: él es el único que te dirá con total fiabilidad su dosificación ya que, tal y como afirma López Lamas, es necesario "hacer un examen al animal, valorando su edad, condición y posibles enfermedades y/o tratamientos".
Además, ciertos comprimidos alteran la termorregulación de la mascota, exponiéndola al temido golpe de calor. Recuerda que, si no tienes aire acondicionado en el coche, tienes que dejar algo abiertas las ventanillas, pero no tanto como para que el perro pueda asomar la cabeza: no sólo está prohibido, sino que además le puede acarrear problemas oculares y auditivos. Por otra parte, el especialista te advertirá de que hay que administrar la dosis marcada unas horas previas al viaje, para que el efecto adormecedor te ayude a despejar los nervios de tu perro o gato antes de subir al coche. Así, cuando recupere su vitalidad, estará listo para pasar las mejores vacaciones de su vida.
Agradecimientos: Cristina López Lamas, del Centro Veterinario A Marosa