Lilac fue abandonada, posiblemente muy pronto en su vida.
Esta hermosa perrita husky vivía en los alrededores de un colegio, comiendo basura y huyendo de la gente. Los voluntarios de la protectora eran incapaces de ganarse su confianza para atraerla, así que tuvieron que hacer lo peor: poner trampas y cebos.
Por fin un día, la perrita, muy hambrienta, se agachó para comer, y el lazo se cerró alrededor de su cuello. ¡Qué salto dio! La pobre criatura trató de huir, pero no pudo. Ladró, lloró y se retorció, pero los voluntarios ya la tenían.
Es una escena muy dura cuando amas a los animales y ves que, sin querer, le estás haciendo daño. Pero debes hacerlo, porque tienes que llevarlo a un lugar seguro, ponerlo a salvo y encontrarle una familia, aunque ahora mismo todo lo que este perro quiere es huir de ti, porque no sabe lo que es el amor, el cariño o la confianza.
Cuando se rindió, esta husky se quedó flácida, sin mirar a nadie directamente. No mordía ni se retorcía, ya no. Los voluntarios la examinaron, la acariciaron y la levantaron, y se dejó hacer, completamente rendida. La pusieron en la jaula de transporte y la llevaron al veterinario de confianza. La bañaron, le dieron comida y un lugar donde dormir, y la pobrecita solo se quedaba contra la pared, intentando hacerse invisible. Ese era su nivel de miedo.
Fueron dos meses de mucho trabajo en la protectora, acercándose a ella poco a poco, enseñándole que los humanos no eran siempre malos, que pueden ser divertidos, que el amor es precioso. Y entonces una amiga de una de las voluntarias dijo que estaba pensando en adoptar, y ella rápidamente propuso a Lilac, así la habían llamado.
Tanja, la amiga, fue a la protectora. Sabía de perros, y mostró mucha calma. No miró a Lilac ni a los otros perros directamente, se agachó a la sombra, inmóvil y muy relajada. Los animales la olisquearon. Lilac la miró, y por primera vez desde que llegó a la protectora, tocó a un ser humano por sí misma, frotando la nariz contra el brazo de Tanja. Fue como si dijera: vale, estoy lista, vamos a ser amigas.
Y así está preciosa y traumatizada perrita encontró a su familia, y se convirtió en un perro feliz, alegre, juguetón, sabiendo por fin que estaba a salvo y era amada.
Marcos Mendoza
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