Hoy os contaré una historia que aunque parezca de ficción no lo es y lo sé a ciencia cierta porque conozco a la persona a la que le pasó y hoy en día es gerente de una tienda para mascotas.
Hace muchos años cuando ella y su hermana eran pequeñas , su padre se quedó al cuidado de un perro de la raza pointer que ya era adulto y pertenecía a un amigo suyo cazador. Este joven tuvo que prestar servicio militar y como un favor especial, le pidió al padre de mi amiga que lo pudiera cuidar por el.
Como favor personal a su amigo la familia de mi amiga se quedó con el perro aunque a sabiendas de que cuidar de un perro adulto que ya tenía dueño no iba a ser fácil. Los primeros meses de convivencia Pinto se quedaba atado fuera de la casa por la mañana y dormía en un almacén que le habían preparado para él, pero no se fiaban de soltarlo
por si escapaba.
Al poco tiempo el hombre empezó a dejar suelto a Pinto y éste jugaba con las niñas y paseaba por el vecindario a su antojo permaneciendo siempre cerca de la casa y metiéndose en su almacén para dormir.
Cuando el dueño de Pinto regresó de la Mili pasó a recogerlo muy contento de poder volver a ver a su perro y de regresar a casa junto a él, pero a los dos días el padre de mi amiga descubrió a Pinto en la puerta del almacén de su casa. El perro recorrió 80 km desde el pueblo del cazador hasta la casa de la familia bajo la estupefacción de su dueño que enseguida preguntó al padre de mi amiga si su perro estaba allí. El jóven dueño de Pinto regresó a por el para llevarlo a casa pero a los pocos días de volver al monte Pinto repitió la hazaña y regresó de nuevo a la casa de mi amiga.
Lo cierto del caso es que el dueño de Pinto no volvió a llevarse al perro a su casa y se lo regaló a esa familia.
Pinto fue muy feliz, porque estaba cerca de las niñas y podía jugar con ellas. El nuevo dueño estaba asombrado de ver la inteligencia que este perro tenía.
Al tiempo de vivir con ellos el hombre detectó que el perro desaparecía muchas tardes, pero nunca se preocupó porque sabía que pinto era muy listo y siempre volvía por la noche para dormir en su almacén.
Una de las tardes en las que el perro no estaba el hombre se dio cuenta de que Pinto volvía con sus hijas, entonces, les preguntó qué dónde lo habían encontrado a lo que ellas respondieron que Pinto las esperaba todas las tardes en el cruce de vías de tren que había a la salida del colegio y que siempre las acompañaba hasta casa.
Como veis Pinto sabía que allí había un peligro y se aseguraba de que las niñas llegaran sanas a casa día tras día, y en agradecimiento a los cuidados de la familia se convirtió en el compañero más fiel que jamás pudieron imaginar.