ES MEJOR EDUCAR QUE ADIESTRAR.
En un adiestramiento básico lo que se suele enseñar al perro es una serie de órdenes que aprende poco a poco a base de guiar al perro para que haga una acción y, una vez la realiza, premiar esa acción. A base de repeticiones el perro asocia una orden a dicha acción y comprende lo que le estamos pidiendo. Un ejemplo de ello es cuando les pedimos que se sienten (es una orden que aprenden con bastante facilidad.) Guiamos al perro con comida hasta que se sienta y premiamos dicha acción.
Enseñarle a un perro este tipo de acciones no es malo (incluso es divertido) pero no podemos quedarnos solamente en eso, enseñar a mi perro acciones.
Es un proceso muy mecánico y no permite al perro pensar en soluciones. Nosotros somos los que le guiamos a la solución y ya está. ES una simple asociación entre una acción y una palabra o gesto.
No mejora la comunicación con nuestro perro por lo mencionado antes. Solo se enfoca en la obediencia. Tampoco fomenta el vínculo con nuestro perro ni la colaboración.
Y otro dato importante es que en la mayoría de los casos, no resuelve los problemas cotidianos que tenemos con nuestros perros.
Sí que es verdad que nos puede ayudar con dichos problemas en algunos casos, podemos tomarlo como una herramienta más a la hora de ayudar a un perro en determinadas situaciones pero no es la solución ni mucho menos.
Un caso muy común es aquel en el que tenemos un perro que se pone a ladrar a otros perros por miedo. Podemos enseñar al perro a ir caminando a nuestro lado y, cada vez que veamos otro perro, le daremos esa orden. Con esto evitamos que nuestro perro vaya hacia el estímulo pero no deja de ser un parche. El objetivo principal es determinar porque tu perro ladra a otros perros y ayudarle a gestionar esas situaciones.
Como herramienta y en determinadas circunstancias si podemos mandarle una orden para evitar el problema pero ni de lejos es la solución. Es un recurso que puede usarse mientras trabajamos en la base del problema.
Si sólo nos quedamos en sentarle no estamos dejando al perro gestionar la situación, simplemente se limita a obedecer una orden. El problema principal sigue existiendo y, para colmo, no dejamos pensar a nuestro perro.
Si, por el contrario, trabajamos el origen del problema (ya sea miedo, inseguridad, mala comunicación…) simplemente la necesidad o ganas de ladrar a otros perros irá desapareciendo (aunque a veces es más complicado).
Un ejemplo más básico para que lo entendáis mejor sería el de la gotera en casa. Tenemos una gotera que nos está estropeando el suelo del salón. Lo primero que haremos es poner un cubo para que esto deje de suceder. Aquí hemos evitado lo que sería la conducta no deseada (suelo estropeado = perro ladra a otro perro) pero la gotera sigue existiendo (mi perro sigue teniendo ese problema con los demás perros). Lo lógico es arreglar el tejado porque no nos vamos a dedicar a poner un cubo cada vez que llueva, ¿verdad?
Lo mismo ocurriría con nuestro perro. Lo lógico es ayudarle a superar el miedo que siente a otros perros y no quedarnos en que cada vez que vea a un perro le mando una orden para tenerlo controlado.
CONCLUSIÓN
Si te gusta enseñarle ejercicios a tu perro… ¡adelante! Seguramente os lo pasareis genial. Tómatelo como lo que es, jugar con mi perro.
Pero si necesitas solucionar un problema, lo mejor es ir a la base de dicho problema y ayudar a tu perro a superarlo. Enfocarnos solamente en las reacciones y no en la base es poner un cubo para la gotera.
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