@my_bella_yorkie
Y es que a través de la psicología comparada, los científicos han aprendido mucho más sobre los perros durante las últimas décadas que en todo el siglo pasado. Pero, ¿en qué se basan estos estudios para comparar ambas inteligencias? Se basan en dos factores fundamentales: El nivel de vocabulario: Si bien un niño de dos años es capaz de aprender entre 165 y 250 palabras, un perro es capaz de aprenderlas y entenderlas, incluyendo sonidos y gestos. Evidentemente, esto depende de cada perro e incluso de cada raza. Hay razas más inteligentes que otras, sin embargo, si desde cachorro se estimula al perro a aprender, son capaces de hacerlo de forma fácil y además disfrutando. Cuanto más vocabulario tenga más fluida será la comunicación con los humanos.
La capacidad de resolver problemas complejos: No solo son capaces de resolver problemas muy básicos sino que son capaces de ir más allá e incluso engañar para conseguir algo. ¿Sabías que hay perros que son capaces de contar hasta cinco? ¿Y que son capaces de resolver problemas espaciales?
Las habilidades sociales: Los niños utilizan el juego como parte de su aprendizaje. Los perros también, por eso es sumamente importante el juego tanto de cachorro como cuando el perro ya es adulto, porque a través del juego estimulamos su cerebro y se prepara para la vida en sociedad. Tanto el ser humano como el perro son seres muy sociables que necesitan adquirir ciertas habilidades durante la infancia para poder ser más o menos competentes en sus relaciones sociales de adulto. Interesante, ¿cierto? Así, no es de extrañar que muchos humanos traten a sus perros como si fueran sus hijos pequeños, porque a veces es cierto que solo les falta hablar. Con la suerte, de que estos “niños peludos” lo son durante toda su vida.
Sandra Ferrer. Creadora del Programa de Educación Canino “Cómo Educar a un Cachorro”
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