Tomado de Los Andes.com.ar
Solidaria. A Martha la ayudan la Municipalidad y algunos vecinos.
@JoséGutiérrez / Los Andes
Afortunadamente, existen los contrastes. Mientras Mendoza aún sigue consternada por la violenta muerte de Fueguito, en un rincón rural de Colonia Las Rosas -en Tunuyán- una mujer ofrece su vivienda y todas las horas de su vida al cuidado de más de 45 perros callejeros.
"Quiero que sepan lo que es el cariño, quiero alejarlos de ese tipo de finales", sentenció Martha Siega, convencida de su misión. Este ángel de los callejeros abrió las puertas de su propiedad a una docena de cachorros hace tres años.
La asociación protectora, para la cual trabajaba de voluntaria, debió desalojar el predio de Vialidad donde funcionaba. Entonces, Martha no dudó en aceptar a los patas sucias en su propiedad de la calle Fuertes, hasta tanto les encontraran otro hogar.
El tiempo pasó y, no sólo que nunca le asignaron otro sitio sino que distintos vecinos del departamento -a sabiendas de la bondad excesiva de Martha- empezaron a llevar a su casa a todo aquel animalito desprotegido que encontraban en la calle. También, hubo quienes dejaron a su puerta decenas de cachorros ocultos en cajas o perros con moquillo y luego huyeron sin esperar respuestas.
Claro que no conocían a esta tunuyanina, que jamás habría dado la espalda a un amigo de cuatro patas.
"Ya eso forma parte de la historia. Lo cierto es que ellos son como mis hijos y mi sueño es encontrar familias que puedan adoptarlos y quererlos como yo", comenta Martha, mientras abandona la charla cada tanto para separar a algunos bravucones proclives a las riñas. "Al Fénix le encanta pelear y al Hombre Araña tendría que llevarlo a un psicólogo", se ríe.
Hasta hace unos meses, en su pequeño lote vivían más de 65 perros. La gente ya no los quiere de adultos, ¿vio?", arremete. Sin embargo, se le ilumina la cara al contar que ha logrado ubicar a diez en algunas fincas y personas de la zona, que los requerían por seguridad o como destinatarios de su afecto. "Cada tanto me llegan noticias de alguno. Salvo la Flopi que no se adaptó y dicen que la vieron dando vuelta entre los surcos", dice.
La mujer se conoce de memoria, no sólo el nombre de todos los perros que pasaron por su hogar.
Además puede definir su carácter, marcar a quien le gusta correr tras las gallinas, armar berrinches o anticipar "cuando están con ganas de hacer lío". Lleva anotaciones en un cuaderno con el historial de cada uno. Hembras y machos están castrados, desparasitados y con las vacunas al día.
Sin embargo, no todas son buenas en este asilo canino. Hay días en que sólo se puede rescatar el afecto y la mirada agradecida de algún cuzco y éste es uno de esos. La falta de alimento y el lodo ocasionado por tantas lluvias han convertido la casa de Marta en un barrial.
No puede salir de su hogar y sólo lo abandona para ciertos trámites, cuando su tío Coco acepta cuidar al rebaño. El hacinamiento en el que viven no es bueno para ella ni para los perros. Sus vecinos frenan las denuncias porque la quieren y respetan su vocación de servicio, pero ella sabe que están cansados de tanto bullicio y de las molestias que generan para los transeúntes los animales que se le escapan a la calle.
Pedido de ayuda
La misión que abrazó con tanto entusiasmo hace tres años, ahora le está presentando -quizá- su prueba más dura. "No podría vivir sin mis animales. No quiero que me los saquen, pero necesito ayuda de la comunidad para poder tenerlos bien cuidados", apunta esta señora que lleva días ingeniando recetas -con el poco gas que le queda en su cocina- para calmar un poco el hambre de los "chocos".
Lo cierto es que la Municipalidad de Tunuyán colabora con su tarea otorgándole 15 bolsas de alimento al mes, pero ahora están demoradas. Mónica, una veterinaria amiga, además de revisarlos aporta de su bolsillo a la dieta canina. Sin embargo, Martha confía en que necesita de una dotación sistemática y sin pausa de comida.
Ha tratado de comprometer a la gente que le deja perros para que colabore con el hogar, "pero lo hacen un tiempo y después desaparecen". Así, por ejemplo, nacieron las cachorras Palet1 y Palet2, por un industrial que le entregó este material reciclable a cambio del asilo para sus pequeñas.
"Conocemos de cerca la tarea de Martha y queremos apuntalarla. Necesita donaciones estables de alimento, cuchas y un cierre perimetral urgente para que no deba preocuparse de que los perros se les escapan cada dos por tres", comentó Virginia Villarroel.
Un grupo de jóvenes de Tunuyán, que descubrieron a través de las redes que tenían un compromiso especial por el cuidado de los animales, quieren formar una asociación para ayudar a personas, como Martha, que hacen mucho por los perros que otras familias tiran a la calle librados a su suerte.
"Este domingo estuvieron a las 10 en la plaza San Martín de Tunuyán para recibir donaciones de alimento, cuchas, collares y demás implementos para perros. Todo suma", dijo Edith Corvalán, otra de las proteccionistas.
También están encarando la campaña del ladrillo para efectivizar el cierre perimetral al lote de Colonia Las Rosas. Todos los interesados pueden comunicarse con el grupo de Facebook Ayudemos a los abandonados.