Mi perro enfermo no quiere comer
Como nos ocurre a los humanos, cuando el perro está malo o siente dolor, es habitual que deje de comer. Por eso, “hay que tener precaución y vigilar la ración que ingiere el can enfermo: rara vez tomará la cantidad que necesita para cubrir sus necesidades energéticas“, explica el veterinario Héctor Zúñiga.
Cuando el peludo compañero está convaleciente, su cuerpo trabaja por encima del ritmo habitual. Su organismo lucha por combatir la dolencia. Su metabolismo se acelera, funciona más deprisa. Esto explica por qué el perro enfermo necesita energía adicional para contrarrestar, y alimentar, ese incremento del ritmo corporal.
Un can que esté malo puede recurrir a sus músculos para tomar la energía adicional que precisa, por lo que es importante reforzar la alimentación durante su enfermedad, sea temporal o permanente, y asegurarse de conseguir que coma sin forzarle, pero sí con ánimos ytrucos para hacer su comida más atractiva.
Una dieta diferente para cada enfermedad del perro
El veterinario suele recomendar una dieta más calórica. La dieta equilibrada ayuda al perro enfermo a incorporar lo que necesita para reponerse: las proteínas que usar para transformar el alimento en sustancias utilizables por su cuerpo, los hidratos de carbono que le proporcionarán energía, así como las vitaminas y los nutrientes que precisa su cuerpo para fabricar esas proteínas e hidratos.
Pero en la alimentación del can convaleciente, sin embargo, no hay fórmulas universales. Cada dolencia es diferente y actúa de modo diverso en cada animal. “La dieta adecuada para el perro dependerá de su enfermedad: no es lo mismo que el animal tenga una enfermedad infecciosa que un cáncer”, advierte Zúñiga. Por eso es tan importante consultar con un especialista. Él será quien ofrezca la clave en cada caso.
Los canes con dolencias digestivas precisan alimentarse con proteínas muy digeribles. El motivo es que las grasas no son amigas de los trastornos del estómago, por lo que hay que optar por comidas ligeras e incorporar dosis extra de fibra en la dieta, que ayuden a trabajar a la microflora “buena” de su cuerpo.
Por su parte, como las diarreas y los vómitos deshidratan a un perro, se tendrá que reponer el líquido perdido. Sin embargo, se debe vigilar que el animal no tome el agua de forma compulsiva. Conviene que beba a pequeños tragos.
Mientras, los canes con cáncer necesitan contrarrestar los cambios que sufre su cuerpo con dietas concentradas, ricas en proteínas y grasas.
Y cuando son los riñones del perro los que no funcionan de forma adecuada, conviene optar por dietas bajas en fósforo y controlar la cantidad de proteínas que ingiere.
En definitiva, la alimentación del can enfermo es clave para su recuperación, por lo que debe estar supervisada de cerca por su veterinario.