Este cariño se refleja en atenciones e interés por su bienestar, pues quién no daría todo por su más fiel compañero. Sin embargo, existen algunas falsas creencias que provocan que los cuidados no se ajusten del todo a sus necesidades.
Luchar contra todos estos mitos y reflejar la realidad de las enfermedades infecciosas son objetivos primordiales de Boehringer Ingelheim. Para ello, lanzamos la campaña “GatoViral” con el firme propósito de que la ‘viralidad’ de los gatos se limite a Internet.
Mitos y verdades sobre las enfermedades infecciosas
Muchas son las personas plenamente convencidas de que con suministrar las vacunas que el veterinario aconseja para los primeros meses de vida de los gatitos es suficiente. Debido a lo cual dejan a sus mascotas ‘desprotegidas’ del ataque de enfermedades tan agresivas como la enteritis infecciosa, la leucemia, la gripe, el calicivirus, la chlamydophila o la rabia. Estos términos hacen referencia a patologías infecciosas muy difíciles de tratar que, además, ponen en grave riesgo la vida de nuestros amigos felinos. Por tanto, las vacunas de refuerzo adquieren un papel importantísimo en la salvaguardia de su salud, estimulando la respuesta inmune el máximo tiempo posible.
Así es, en este caso, la creencia popular es totalmente acertada. Las vacunas, por norma general, se suministran a nivel subcutáneo y suelen ser perfectamente toleradas por la gran mayoría de los gatos. Tan solo en algunas ocasiones provocan efectos secundarios, como puede ser la pérdida del apetito o el letargo, la mayoría de los cuales no revisten de mayor gravedad. No obstante, aunque aisladas, también se pueden dar reacciones alérgicas de diferente intensidad que, esta vez sí, requerirán de atención y asesoramiento especializados. Contactar con el veterinario lo antes posible evitará males mayores, así que remarcamos la importancia de esta cuestión.
Atendiendo a afirmaciones como la superior, parece que enfermedades tan conocidas y sufridas por los seres humanos, como por ejemplo la gripe, no afectan a nuestras mascotas, pero nada más lejos de la verdad. La gripe felina es un peligro real para todos los gatos y, sin ser vacunados a tiempo, estarán más indefensos no solo al ataque de la misma, sino también a sus síntomas, que se manifestarán de una manera mucho más intensa. La gravedad de esta enfermedad se prologa más allá de su curación, pues la mayor parte de los gatos ya recuperados se convierten en ‘portadores crónicos’. Esta expresión resulta tan inquietante como es, ya que, ante situaciones de estrés u otras enfermedades, el virus podría reactivarse, infectando a los felinos que hayan estado en contacto directo con los ‘portadores’. Algunos síntomas que permiten detectar la gripe felina son: estornudos, secreciones nasales, neumonía, fiebre, abatimiento o úlceras oculares.
La rabia no hace distinciones entre los más fieles compañeros del hombre (de hecho, entre ningún mamífero): ambas mascotas -perros y gatos- pueden ser contagiadas a través del contacto directo con las secreciones o la saliva de un animal infectado, siendo las mordeduras la principal causa de contagio. Los cambios repentinos de comportamiento o la agresividad ponen en alerta de esta enfermedad que, si bien puede tardar meses, incluso años, en manifestar algún tipo de síntoma, en cuanto se perciben los primeros, tarda tan solo de 1 a 10 días en suponer un final fatal para las mascotas infectadas. La gravedad de la rabia es tal que vacunar a los gatos se convierte en un requisito de obligado cumplimiento para aquellos propietarios que quieran viajar con ellos.
Aunque resulte sorprendente, la mitad de los gatos domésticos no han sido vacunados en el último año. Esta cifra resulta especialmente llamativa si tenemos en cuenta que 1 de cada 10 hogares españoles tiene al menos un gato. Es decir, podemos afirmar que en España hay más de 2,3 millones de gatos y, entre ellos, más de 1 millón se encuentra desprotegido de las enfermedades mencionadas a lo largo de este artículo. Esta realidad se ve intensificada con motivo del primer mito al que hacíamos alusión, pues no todos los propietarios son conscientes de la necesidad de vacunar a sus mascotas una vez dejan de ser cachorros.